Por muy fuerte mental que seas, seguramente en algún momento mostraste que eras supersticioso ante algún escenario en el que necesitaste un respaldo más allá de lo lógico y por algún motivo desconocido te terminó sirviendo.
Las supersticiones han acompañado a la humanidad a lo largo de muchos años, por lo que aquí te mostramos el origen que tienen algunas de estas creencias de las que echamos mano en diversas ocasiones.
Ante un escenario adverso que podría presentarse gritamos el clásico: “toco madera”. Pues la creencia de tocar madera viene de Europa, donde se decía que los espíritus viven en los árboles y al golpearlos atraes a los buenos y alejas a los malos.
Romper un espejo es una de las experiencias que nunca quieren vivir las personas supersticiosas. Se decía que los romanos creían que romper un espejo también fracturaba la salud, pues estos artículos contenían parte de nuestra alma, “afortunadamente” todo se regenera en 7 “cortos” años.
Cruzar los dedos es una creencia pagana que afirmaba que de esta manera se atraían los buenos espíritus que bendecían nuestros buenos deseos. En un principio se debían cruzar dedos con otras personas, pero luego se simplificó el proceso.
Echar sal sobre los hombros tiene su origen en “La última cena”, pues se afirma que Judas tiró la sal sobre la mesa, lo que se asocia con la mala fortuna, por lo que al arrojarla sobre los hombros se deja ciego al demonio.
¿Y tú qué tan supersticioso eres?