De lo perdido, lo recuperado. Esa es la máxima que se maneja en estos momentos en el grupo de la dirigente estatal del PAN, Genoveva Huerta Villegas, de cara a las elecciones del 6 de junio.
Luego de que muy a pesar de Huerta Villegas se dio un espaldarazo a Eduardo Rivera Pérez para la candidatura a la alcaldía de Puebla, la dirigente panista no tuvo más que aplicar la vieja usanza de “ganar perdiendo”.
De esta manera, las plurinominales para diputaciones locales se colocan como el premio minúsculo de consolación para este grupo panista.
Lo malo son algunos de los perfiles que ocuparán estos espacios. Me voy a referir a dos únicamente: Verónica Sobrado y Eduardo Alcántara.
Verónica Sobrado, quien actualmente es diputada federal del PAN, no ha mostrado un gran desempeño en San Lázaro y ha basado su labor legislativa en demandar que se aclare el accidente que le quitó la vida a los Moreno Valle.
La cerrazón de Verónica Sobrado a tocar temas que se supone debe atender desde su curul es evidente, pues este columnista la buscó en más de una ocasión para una entrevista sobre temas de equidad de género y violencia contra la mujer sin obtener respuesta alguna.
De Eduardo Alcántara qué podemos decir si su pasado lo persigue. Nada más basta recordar los desfiguros causados por su necedad de ser sí o sí dirigente municipal del PAN.
En esa contienda interna quedó demostrado que Alcántara Montiel no tiene los argumentos para participar en una elección popular, por lo que desde las sombras busca llegar a una diputación local.
Genoveva Huerta, como ya se sabe, tiene asegurado un lugar en la próxima legislatura federal, obviamente por la vía plurinominal.
Ganar perdiendo, como era la usanza del viejo panismo.
El “caballero” Hanan echa espumarajos
El pasado lunes se dio evidencia en este espacio del acoso que desde el poder que da un micrófono ejerció el señor José Hanan contra la jefa de medios del Club Puebla, Mercedes Álvarez.
La columna tuvo gran impacto debido a que los que tenemos el privilegio de conocer a Mercedes Álvarez sabemos la gran persona que es y que el ataque de Hanan era simplemente ruin y asqueroso.
Lo que no me esperaba, amable lector, es que el señor Hanan casi casi echara espumarajos contra este “insignificante” columnista (como él me define).
No se le entendían todos los epítetos que usó para responder al aire a lo escrito en la referida columna. Es más, los insultos que lanzó contra mí ni siquiera podía pronunciarlos.
¡Incongruente, el señor Hanan! Si soy tan “insignificante” como usted dice, entonces no tendría por qué provocar tanta ira y tanto insulto de su parte.
Lo que sí le digo, es que lo que se dice en un micrófono se sostiene de frente, como el caballero que debería ser.