El lunes próximo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. El capitalismo se encargó de mutilar el apellido y casi todos le dicen simplemente el “día de la mujer”, con ello intentaron cercenar la esencia revolucionaria. Aunque, como decía Neruda, “podrán cortar las flores, pero no evitarán que llegue la primavera”. En 2019 resurgió con fuerza la lucha femenina; no son extravagancias, son madres, hermanas, hijas, abuelas, tías, gritando por dignidad.
La sumisión de la mujer ante el hombre es una tradición de Occidente donde triunfó el modelo patriarcal que heredaron los sucesivos modos de producción a la comunidad primitiva: el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. La historia está escrita por los varones. Visto desde esa perspectiva no es sorpresivo que la mujer no aparezca protagonizando nada o sucesos aislados de poca importancia porque su labor fue minimizada, borrada, ignorada, excluida intencionalmente de esa historia escrita.
En esa construcción social de la realidad a partir del discurso, se dibujó a la mujer en enemistad al progreso y por tanto en inferioridad al hombre. El imaginario se reprodujo exitosamente y se normalizó la superioridad masculina. Tan es así, que un hombre puede matar a una mujer sólo por el hecho de ser mujer (feminicidio) y no recibir castigo (femicidio). Esta normalización nos impide entender la demanda de derribar el patriarcado y peor aún, llegamos a suponer que hombres y mujeres estamos en las mismas condiciones de desarrollo. Los datos nos demuestran la realidad contra la que se lucha y nos dan un golpe en la cara para demostrarnos que el patriarcado existe y avanza de forma despiadada.
En nuestro país nacen 10 mujeres por cada 9 hombres, de ellas el 60% no tendrá acceso a la educación, contrario a los hombres que el 60% si logrará estudiar. Aquellas mujeres que lleguen a estudiar un nivel superior deberán enfrentar el rechazo del mercado laboral. La mitad de las mujeres que egresen de la universidad estarán desempleadas, mientras que en los varones la cifra baja a 45%.
Hasta ahora hemos hablado de datos agregados, no hemos mencionado el calvario que muchas mujeres tendrán que pasar para que sus familias les acepten asistir a la escuela. Dependiendo de la carrera o nivel, las mujeres soportarán burlas de sus pares masculinos o menosprecios y acoso de profesores que justificarán sus acciones como bromas o juegos. Estas escenas se repetirán al solicitar empleo o al enfrentar cotidianamente sus labores. Algunos empleadores todavía les solicitarán la toalla femenina manchada para demostrar su condición de no gravidez, como sucede en la maquila de mezclilla poblana y, por supuesto, tendrán que aceptar un salario menor.
En 2005, el 12% de los hombres ganaba 5 salarios mínimos o más, muy pocos ciertamente; pero con ese mismo ingreso sólo lo ganaban el 10% de las mujeres. En 2020, aunque la brecha entre géneros se redujo, también lo hizo el porcentaje de puestos de ingresos altos para mujeres, sólo 2 de cada 100 mujeres tienen esa posición.
En la gráfica 1 se muestra el porcentaje de trabajadores que no reciben ingresos. La buena noticia es que esta cifra ha disminuido notablemente en este sexenio, también disminuyó la brecha de género, en 2005 las mujeres que no cobraron por trabajar eran el 11.1%, hoy representan el 6%. Por consecuencia, los hogares que tienen como jefe de familia a un varón tienen 10 puntos porcentuales más de ingresos que los hogares con jefatura femenina.
Elaborado con datos de ENOE (INEGI)
Cuando la mujer termine su jornada y vaya para su casa, podría tener el infortunio de ser de las 8 de cada 10 que han recibido algún tipo de acoso en el transporte público. Si manejan su automóvil, podrían también ser insultadas por un “macho” que les acuse falta de pericia a causa del género, con la grandilocuente frase “tenía que ser vieja”.
Al llegar al hogar, sin importar que haya estado en el trabajo la misma jornada que un hombre, ella dedicará 48 horas a la semana (otra jornada laboral) al trabajo doméstico, en contraste, el hombre sólo dedica 16.5, apenas una tercera parte, claro que ese trabajo no se pagará, aunque su valor es calculado en 5.6 billones, de ellos, 4.2 billones son producto de la mujer, poco menos del 20% del Producto Interno Bruto. Pero nadie se los reconocerá.
¿Cómo distribuirán sus sueldos? El 70% del ingreso de la mujer se irá al gasto general; en contraste, el hombre sólo destinará el 30%. ¿Y si la mujer es empresaria? Muy difícil, sólo el 16% de las empresas está dirigida por mujeres en el país. Aun siendo emprendedoras no estarán empoderadas, según datos de la Encuesta de Inclusión Financiera, si son casadas o con pareja, las decisiones financieras las tomará el varón al menos un 60% de las veces.
¿Sigues pensando que hombres y mujeres estamos en igualdad de condiciones? Por un mundo más justo, vamos a romper el pacto patriarcal, vamos a luchar al lado de las incansables compañeras.
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos