Médicos mexicanos viven vorágine de emociones a un año de covid-19

Médicos mexicanos viven vorágine de emociones a un año de covid-19

Foto: Enfoque

El internista mexicano, Carlos Pech, muestra en su tableta una fotografía del equipo de cuidados intensivos al que pertenece, celebrando con un paciente su alta médica, luego de que convaleció intubado por la COVID-19.

 

El enfermo, que en la fotografía aparece en una cama rodeado de personal enfundado en traje protector, era un médico que formó a Pech en sus días de residente, y que se contagió del virus en labores, quedando bajo los cuidados de su alumno.

 

Después de un año luchando contra la COVID-19 en un hospital público de la Ciudad de México, Pech ha acumulado muchas historias en torno de la pandemia, pero afirmó que la experiencia que más lo ha marcado es que junto con sus compañeros pudo sacar adelante a su maestro.

 

"Esa persona me formó, es mi médico adscrito cuando estaba yo estudiando terapia intensiva. No es nada bonito que tengas que decidir qué va a pasar con su vida", contó a Xinhua el especialista.

 

México cumplió este 28 de febrero un año de que anunció su primer contagio de COVID-19, una pandemia que ha cambiado la vida en muchas ciudades del país, enlutado a miles de familias y golpeado a los profesionales de la salud.

 

Pech labora en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital Regional "1° de Octubre", en el norte de la capital, la entidad más afectada del país.

 

México llegó al primer año de pandemia con más de 2 millones de casos confirmados y 185.000 muertes a escala nacional.

 

El hospital se reconvirtió para destinar la mayor parte de su capacidad a atender contagiados, con algunos días a lo largo del año en que el área de Pech estuvo llena y con lista de espera de pacientes, recordó.

 

Narró que para él ha sido duro que familias enteras fallezcan hospitalizadas, sin que sobreviva algún pariente al cual pueda dirigirse para dar informes.

 

Pech no contrajo el virus en este tiempo, pero tres intensivistas con los que trabaja enfermaron y ocuparon camas de la UCI, al igual que médicos de otras especialidades, uno de los cuales falleció.

 

"El ver morir a alguien que estimas y el no poder ayudarle más, no porque no tengas el conocimiento, sino porque de verdad ya no se puede, es muy frustrante y muy duro", expresó.

 

Ante el costo que los profesionales de la salud han pagado, para el internista es incomprensible que una parte de la población no se cuide de los contagios, e inclusive un año después personas duden de la existencia de la pandemia.

 

Pacientes han abandonado la atención en el hospital alegando que la COVID-19 es una mentira, aunque los médicos les muestran los estudios de su enfermedad, indicó.

 

Pech fue vacunado dentro de la primera etapa de la campaña de vacunación que México inició en diciembre pasado, pero dijo que continúa llevando consigo una mochila con toallas desinfectantes y otros insumos cuando sale de casa o el hospital.

 

"Ha sido una carga psicológica fuerte, a veces, hay días, en que se levanta uno y piensa si es necesario seguir trabajando", indicó el internista, y agregó: "Tenemos que aprender a evolucionar y adaptarnos". (Xinhua)

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