Estados Unidos teme una nueva ola de contagios por la llegada de peligrosas variantes del COVID-19, a pesar de que miles de farmacias forman parte de su plan de vacunación y la cifra de infectados con el virus disminuyó en los últimos días.
Tras la orden del presidente Joe Biden de enviar un millón de dosis a unas 6,500 droguerías y farmacias de supermercados de todo el país, varias franquicias anunciaron que comenzarán a inocular las primeras dosis el viernes.
Luego de su comienzo inestable en diciembre, la campaña de vacunación en Estados Unidos ha mejorado: 44.8 millones de vacunas han sido administradas, y al menos 33.7 millones de personas han recibido una o más dosis, un aproximado del 10 % de la población.
Para inocular a toda la población el gobierno emprende acciones y el programa de farmacias podría ampliarse a 40 mil establecimientos; además aumentó la producción de vacunas, abrió centros de inoculación masiva en estadios y comenzó un proyecto a fin de llegar a comunidades vulnerables.
Al respecto, Anthony Fauci, principal asesor del presidente, dijo a la cadena NBC sobre la pandemia: “Para abril prácticamente todo el mundo y cualquier persona de cualquier categoría podría empezar a vacunarse". La mayoría de las personas estarían vacunadas a "mediados y finales del verano", agregó.
Pero las vacunas también han suscitado confusión generalizada sobre dónde y cuándo vacunarse, además han surgido marcadas disparidades raciales y económicas. Por ejemplo, en la capital, Washington, las vacunas se han asignado de forma desproporcionada a los residentes de los barrios blancos y acomodados, donde la gente se registró por teléfono o internet.
Aunado a ello, el rechazo a las vacunas es mayor entre personas negras y latinas, que tienen el doble de probabilidades de morir por COVID-19 debido al racismo estructural en el sistema médico.
