Recuperar la imagen de Estados Unidos en África parecería una tarea fácil para Joe Biden tras los desprecios de Donald Trump, pero los africanos recuerdan con decepción la política del 'keniano' Barack Obama hacia el continente.
África no aparece como una de las prioridades en la agenda de Joe Biden. El representante del Partido Demócrata ha despertado entre los dirigentes africanos la normal acogida de felicitación diplomática que se les da a los nuevos mandatarios, con los ojos puestos en tres puntos clave: un mayor flujo de inversiones, ayudas económicas y apoyo antiterrorista.
Entre la sociedad civil africana y las organizaciones no gubernamentales la esperanza se manifiesta, en otros términos: exigencia en el respeto a los derechos humanos y en el combate contra la corrupción. Satisfacer a los primeros se materializa con dinero, armas y asesoramiento militar; para comprometerse con los segundos, basta con simples palabras.
Precisamente por sus palabras hacia los países africanos, "lugares de mierda", muchos juzgan la política del "futuro expresidente" hacia el llamado —antes de lo políticamente correcto— continente negro. Los calificativos del todavía inquilino de la Casa Blanca se reflejaron también en su escasa atención hacia esa parte del mundo.
'America first, Africa the last'
America First suponía que en relaciones internacionales el lema se tradujera también como Africa, the last. Ejemplo de esa actitud, se recordará que Trump destituyó a su secretario de Estado, Rex Tillerson, cuando este efectuaba una gira por África en 2018. En todo caso, la política exterior de Trump se correspondía con su prometido deseo de centrarse en los intereses de su país y oponerse a un multilateralismo que, para sus críticos, favoreció la expansión china en África.
Hay que decir, sin embargo, que el desprecio o la indiferencia de Trump hacia la zona no se tradujo en decisiones espectaculares. La Administración republicana siguió respetando los acuerdos de liberación de tasas aduaneras además de inyectar 50.000 millones de dólares en inversiones, dentro del programa Prosper Africa.
En otro tipo de decisiones, Trump despide su mandato anunciando la retirada de 700 soldados de Somalia, según su política de no injerencia militar en el extranjero. Una decisión criticada tanto dentro de Estados Unidos, como en el seno del gobierno somalí. El país sufre desde hace más de 10 años la embestida del grupo islamista radical Al Shabab, —que ha jurado lealtad al grupo terrorista Al Qaeda (prohibido en Rusia)— y el "reposicionamiento" de las tropas norteamericanas deja a los somalíes más a la merced de acciones terroristas. Se puede decir que 700 soldados no es una cifra espectacular, pero parte de ese grupo se encarga de la formación de las tropas de élite del Ejército somalí, la brigada Danaab.
Lucha contra el terrorismo islamista
El papel de las fuerzas norteamericanas en la lucha contraterrorista en África será muy tenido en cuenta por la nueva Administración. Nadie espera que el Africom vaya a perder capacidad cuando la amenaza yihadista no afecta ya solo al Sahel, sino que se extiende desde el Atlántico hasta el Mar Rojo, el Océano Índico y gangrena ya el sur de África. El apoyo militar norteamericano es vital para la cooperación antiterrorista con otras fuerzas, como las que componen la operación Barkhane de Francia.
Tampoco nadie puede imaginar que demócratas y republicanos ("liberados" estos de Trump) reduzcan su interés en un continente que arde por sus cuatro costados, desde Etiopía y su región separatista de Tigray, Marruecos y su conflicto con el Frente Polisario, las matanzas del grupo radical islamista Boko Haram —que juró lealtad a ISIS (grupo terrorista prohibido en Rusia y otros países)— en Nigeria, hasta las masacres de los yihadistas mozambiqueños.
En el momento de escribir estas líneas, Joe Biden no había todavía nombrado a su Mr. o Mrs. África. Nombres como Susan Rice, antigua consejera de Seguridad de Obama o Michelle D. Gavin, exasesora para África también del expresidente Obama son algunos nombres que sonaban para el puesto, que deberá contar con la anuencia del nuevo responsable de la diplomacia, Anthony Blinken.
¿Neo 'obamismo'?
Repescar a miembros de la antigua Administración Obama-Biden no es una garantía de buena acogida en la región. Para muchos, los cuidados discursos de Obama sobre emprendimiento y derechos humanos chocaban con la realidad de sus acciones y su cercanía con algunos líderes locales con currículo poco libre de faltas en ese apartado.
En el norte de África, en el Magreb, también se recordará el fiasco de la diplomacia de Hillary Clinton en Libia y la ingenua esperanza que la llamada Primavera Árabe' despertó en un Barack Obama, que no supo o no quiso ver el avance del islam político liderado por los 'Hermanos Musulmanes' desde Túnez a Egipto, pasando por Libia.
De su época como vicepresidente de Obama, de Joe Biden se recuerdan discursos como el que en 2014 pronunció en la Cumbre EEUU-África de Washington D.C. contra la corrupción, uno de los males, junto a la cleptocracia, que distinguen a ciertos mandatarios africanos. Pero las palabras dirigidas a los representantes de la sociedad civil no se corresponden con las políticas que impone el pragmatismo y la defensa de los propios intereses. Por eso, la decepción de los africanos con Obama gira en torno a ese discurso no acompañado de hechos. Solo en Kenia la figura del expresidente es todavía celebrada, pero por sus lazos familiares con ese país.
"Déficit democrático, corrupción, injusticia, falta de transparencia, violencia, libertad de expresión…" Biden reflejó entonces —sin ahorrarse la autocrítica, eso sí— los males que afectan a África. Pero los planes de influencia para la sociedad civil sufragados por Obama-Biden con bonitos nombres ('Comunidad de democracias', 'Alianza de gobiernos abiertos' o 'Fondo para el apoyo de la sociedad civil') a veces pueden desviarse de sus pretendidos fines y, en otras, se convierten en simples financiadores de la oposición interna y, por lo tanto, son perseguidas por los gobiernos de turno.
De la indiferencia y el desprecio de Trump, a la complacencia y las lecciones de democracia de los demócratas. Poca elección para los africanos, que van a tener que esperar antes de que los supuestos ganadores de las elecciones de EEUU, Joe Biden y Kamala Harris tengan clara su política hacia un territorio que seguirá ocupando el último lugar entre las prioridades de la política exterior norteamericana.