Con el fin de ayudar a sus pacientes con problemas para concebir, un médico de Texas utilizó su propio esperma; sin embargo, podría pisar la cárcel al considerarse como un delito de agresión sexual.
Los hechos se dieron a conocer cuando Eve Wiley, una de las “hijas” que habría tenido el doctor, se hizo una prueba de ADN en 2018 para saber quién era su padre, descubriendo que era el médico Kim McMorries.
La mujer, que fue concebida hace 30 años, inició un proceso en contra del médico, mencionando que en ese entonces su madre aceptó que se usara el esperma de un donante local más fresco debido a que las donaciones de personas fuera del estado no estaban funcionando.
Empero, McMorries no indicó que mezclaría su esperma congelado con el de otro donante para garantizar que funcionaría la inseminación, teniendo al menos otros seis hijos.
Por lo anterior, desde hace un año, la Junta Médica de Texas comenzó una investigación en contra del médico, señalando que su conducta fue “poco profesional y ética”; sin embargo, debido a que las acciones del médico fueron hechas hace 30 años, las autoridades no pueden acusarlo de agresión sexual.
Esto se debe a que hasta 2019 las leyes de Texas tipificaron como agresión sexual cuando un médico usa su esperma para inseminar pacientes sin su consentimiento, por lo que el médico no habría violado la ley cuando ocurrieron los hechos.
Ahora, la Junta Médica analiza retirarle su licencia por “transgredir el principio de consentimiento informado”, mientras que el médico demandó a la organización para seguir ejerciendo su profesión, alegando que no actuó mal.
