Ya hay reuniones, están comenzando los acuerdos y los nombres se han perfilado. La coalición antimorena es más que una quimera, se está construyendo y su borrador estará listo en diciembre.
De acuerdo con fuentes que han participado en estas mesas de diálogo, los líderes nacionales del PRI, PAN y PRD ya aprobaron la integración de esta megacoalición, pero los acuerdos fueron turnados a los liderazgos locales.
En otras palabras, el mensaje es el siguiente: “si quieren coalición, pónganse ustedes de acuerdo”.
En ese sentido, se explica por qué en Nuevo León no procedió la coalición. En el norte, los empresarios tienen un profundo enfrentamiento de partidos: industriales priistas contra panistas. Por ello, los líderes locales de ambos partidos bloquearon la megacoalición.
Pero en Puebla se están construyendo acuerdos más allá de las diferencias. Según la fuente, tanto los panistas que simpatizan con Genoveva Huerta como los que pertenecen al grupo de Eduardo Rivera aprueban esta estrategia.
De acuerdo con los cálculos, para finales de diciembre o principios de enero estarán listos de manera preliminar los nombres de los integrantes de esta alianza entre partidos sin antecedente.
Si bien será criticada esta coalición como la justificación de la existencia de la mafia del poder, del famoso PRIAN, los defensores de esta coalición aseguran que a través de esta estrategia política la elección de 2021 se convierte en una guerra de estructuras que debilitará a Morena.
En la ruta de la megacoalición, los líderes nacionales del PRI, PAN y PRD están trabajando en el acuerdo para el reparto de las 300 curules de la Cámara de Diputados y con ello construir un frente contra el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero en lo local, serán los dirigentes estatales de los partidos quienes decidan.
Los defensores de esta coalición insisten en que, de lograrse, esta medida permitiría reducir el crecimiento de Morena en el estado y configurar un Congreso opositor con alcaldes distintos al partido en el poder.
Pero aún hacen falta más acuerdos, reuniones y, principalmente, someter los nombres de los aspirantes.
Y ahí es el principal bloqueo que tiene la estrategia, pues para acordar una megacoalición necesariamente se requiere que cada partido ceda posiciones ya comprometidas y eso es lo complicado.
Eduardo Rivera, por ejemplo, no pretende ceder regidurías para no quedar a merced de su cabildo como le ocurrió en la anterior alcaldía.
Él es de los que ve a favor la coalición PAN-PRI, pero espera ceder menos que regidurías.
Ante esta postura, ¿transitará la mega alianza? Al menos el permiso federal ya está.