El 3 de noviembre se celebraron elecciones generales en Estados Unidos, se eligieron diputados, senadores y presidente de la República; al momento, no se conoce todavía quién será el huésped de la Casa Blanca a partir del 20 de enero de 2021. Los resultados potenciales le darían el triunfo al demócrata Joe Biden, pero Donald Trump ha anunciado una impugnación por lo que el proceso podría ser definido en tribunales.
La ultima vez que la Corte decidió la elección fue hace 20 años, cuando el demócrata Albert Gore impugnó el Estado de Florida para un recuento manual de votos, el fallo fue a favor del republicano George Bush. En ese momento, el conflicto poselectorial duró 35 días y los resultados se dieron a conocer el 12 de diciembre. En esta ocasión se impugnarían 4 estados, pero ¿cuál sería el proceso para resolver el conflicto?
En Estados Unidos la elección de presidente no es por voto popular, directo y secreto; sino por voto indirecto, sectorial y abierto. Cada estado aporta un número de representantes de un total de 538 que integran el Colegio Electoral, este número está en función del tamaño de la población, estados más poblados tienen más representantes. El número de votos de cada estado no se reparte proporcionalmente al número de votos obtenidos por candidato, sino que se llevan en bloque de acuerdo con quien gane la mayoría simple. Así, si un candidato gana por un solo voto, el total de votos del Colegio será para ese candidato, lo que hace al sistema anacrónico e inequitativo.
El presidente no necesariamente obtiene la mayoría del voto popular, basta con que logre la mayoría simple del Colegio Electoral (270 delegados). Por eso es tan importante impugnar estados, sobre todo aquellos que aportan un mayor número de votos al Colegio. Ante una impugnación, los primeros en resolver serían los estados quienes deberán realizar un conteo automático o manual, según sea el caso. Si el conflicto persiste se puede recurrir a la Suprema Corte y ante una anulación sería el Congreso quien decida. Actualmente la Corte se compone de 6 ministros abiertamente simpatizantes de Trump, por lo que si esto se dirime en un tribunal, el falló podría ser para el republicano.
De hecho, los mercados parecen adelantarse al resultado. A diferencia de hace 4 años, la volatilidad ha sido menor, como si adivinaran que no habrá cambios en la política económica, hay que considerar esta señal.
Lo curioso de esta elección ha sido la reacción de muchos mexicanos. Han tomado partido como si se tratara de una elección propia. Algunas posturas son graciosas por incongruentes. Por ejemplo, algunos grupos de mexicanos conservadores han apoyado a Biden porque ven en Trump cierta simpatía con Andrés Manuel y piensan que Biden sería un “contrapeso” para AMLO, parece que ignoran que en Estados Unidos los conservadores gringos acusan a Biden de ser “comunista”.
En este enrarecido escenario, algunos mexicanos que se dicen progresistas apoyan a Biden porque consideran que los demócratas son más liberales que los republicanos, se les olvidan las fechorías que han hecho en el mundo. Basta con observar la gráfica siguiente que muestra el número de deportaciones (expulsión de migrantes con orden judicial) y de retornos (expulsión de migrantes sin orden judicial).
Elaboración propia con datos de U.S. Department of Homeland Security
Han sido los gobiernos demócratas los que en los hechos tienen una política anti-inmigrante más agresiva (Clinton, 1993-2001; Obama 2009-2017). Es decir, Bush y Trump son beligerantes en el discurso, pero Clinton y Obama -con sus carismáticas sonrisas- golpearon silenciosamente a nuestros paisanos, incluso durante el gobierno de Clinton se dio el mayor número de expulsiones sin ordenes judiciales.
Fue el hipócrita gobierno de Obama quien creó el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (el temible ICE, por sus siglas en inglés). Además, basta señalar que aunque Obama ganó el Nobel de la Paz, durante sus 8 años de mandato mantuvo a Estados Unidos en un estado continuo de guerras, autorizando ataques e invasiones a una veintena de países.
Lo peligroso es que haya mexicanos que se digan simpatizar con una u otra parte. Republicanos y Demócratas son ramas de la misma raíz imperialista y colonialista que, sin importar el color del partido, sojuzgan a los pueblos y los someten a sus designios. Lo mismo con golpes de Estado, con invasiones o bloqueos inhumanos. Por tanto, ni Biden ni Trump, de ellos no se puede esperar nada bueno, ni para América Latina ni para el pueblo estadounidense, que ha sufrido lo mismo que nosotros, los que ganan son los oligarcas de cada país.
Hoy más que nunca retoman fuerzas las palabras internacionalistas de que sólo la clase trabajadora mundial unida y organizada podrá transformar la realidad.
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos