Amable lector, no se confunda con el título de esta columna. Para nada es un escrito pro-Morena, partido que resultó el gran perdedor -políticamente hablando- de las elecciones celebradas en Coahuila e Hidalgo.
Esto va más allá de lo político, que desafortunadamente domina todas las agendas pese a que en los momentos que vive nuestro país, créame, es de lo menos importante.
Y digo que perdió México porque quedó de manifiesto que nuevamente ni usted ni yo, que nulos intereses partidistas tenemos, somos importantes en un país dominado por la mentada política.
De lado quedó la pandemia de COVID-19 y poner en riesgo a los ciudadanos que salieron a ejercer su voto, pues vimos las mismas prácticas marrulleras de siempre. El acarreo, la compra de votos y la violencia estuvo presente, siendo un riesgo extra en un país en emergencia sanitaria.
Vimos a políticos celebrando triunfos como si fueran la salvación de México, a senadores como Citlali Hernández rompiendo la ley para jalar votos para Morena y a periodistas regocijándose en análisis llenos de frivolidad celebrando victorias y derrotas.
Sí, señores, moleste a quien moleste, perdió México en estas elecciones, ya que es una vista a lo que pasara en 2021, donde los intereses de unos pocos estarán por encima de los de una sociedad en conjunto.
La culpa también la tenemos como sociedad al callar en todo momento, al creer en las mentiras que se han convertido en verdades gracias a colegas con intereses ocultos en la clase -con poca clase- política.
Así es nuestro México, reflejado en las elecciones de Coahuila e Hidalgo. Y así continuará por años y años, pues este era el momento de ver un cambio en la actitud de una sociedad donde lo que importa es el bienestar de los políticos.
Leyendo algunos artículos de opinión de diversos periodistas que se dicen analistas políticos, llega a mí una especie de pena ajena al ver que estos compañeros de profesión han generado mentiras haciéndolas pasar por verdad y -lo peor- se han creído ellos mismos estas mentiras.