30 años perdidos de México (II): Desigualdad

30 años perdidos de México (II): Desigualdad

La semana pasada expusimos el estancamiento que en materia de pobreza nuestro país tuvo durante 3 décadas de neoliberalismo. En esta ocasión hablaremos de la desigualdad en un sentido multidimensional. La desigualdad hace referencia a la forma en que se distribuyen tanto los recursos como la riqueza generada. Se considera que la desigualdad es un fenómeno gemelo de la pobreza, son dos caras de la misma moneda, la pobreza genera desigualdad y viceversa.

 

La desigualdad se mide a través de la concentración del ingreso mediante un coeficiente que se llama Gini. Mostramos este indicador para México en la gráfica 1. El índice puede tomar valores de 0 a 1, cuando se acerca a 0 el país es más igualitario y cuando se acerca a 1 el país es completamente desigualitario. En el caso de nuestro país se observa que la reducción de la desigualdad está estancada. Prácticamente seguimos siendo el mismo injusto país.

 

 

Elaboración propia con datos de CEPAL

 

 

Un índice de Gini cercano a 0.5, como en el caso de México, indica que al menos el 50% del ingreso no se distribuye de forma igualitaria. Pero este índice al considerar solamente el ingreso puede ocultar otro tipo de diferencias (educativas, de salud, de patrimonio, cultura, etc.); también al tomar datos generales podría subestimar o sobrestimar la distribución. En cambio, cuando se divide a la población en 10 partes iguales (deciles) y se analiza su distribución del ingreso observamos que el decil más rico en México gana 20 veces más que el decil más pobre; por ejemplo, cuando el decil más pobre compra un automóvil el decil más rico adquiere 20. Lo que asegura que se mantengan las brechas entre la población.

 

Aun así, el decil más rico está subestimado, es decir, dentro de esa décima parte de la población, hay una proporción más pequeña que concentra aún más la riqueza. En el caso de nuestro país, unas 10 familias concentrarían el 1% del ingreso nacional.

 

El estancamiento de la desigualdad se explica igual que el estancamiento de la pobreza: ineficiencia del aparato burocrático, corrupción y por el hecho de que las políticas públicas del neoliberalismo no tenían como objetivo la reducción de la desigualdad. Entonces hay responsables políticos que deben ser castigados por el lamentable estado en que nos dejaron.

 

La pobreza y la desigualdad combinadas constituyen trampas de las que es muy difícil salir porque la desigualdad actúa como una barrera que impide que las personas pobres asciendan socialmente por más “esfuerzo” y por más “ganas” que le pongan. Del conjunto de países que conforman la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE), México está en el último lugar de movilidad social, de acuerdo con estos datos, sólo el 2% de la población puede ascender de clase, el 98% de la población que nace pobre morirá pobre, una condena estructural que llamamos “pobreza intergeneracional”.

 

La desigualdad tiene varias formas de manifestarse, no sólo a través de la concentración del ingreso, por ello debe abordarse en sus múltiples dimensiones. Una de ellas es la discriminación. Raymundo Campos, investigador de El Colegio de México, ha demostrado como influyen las fotos que se colocan en el currículo o en las solicitudes de empleo en la decisión de ser o no contratado. Las personas de tez morena tienen menos probabilidades de ser contratadas, en la medida que se oscurece la tonalidad de piel las probabilidades siguen bajando, peor aún si se trata de mujeres. De poco sirve que personas pobres hayan tenido acceso a educación si son morenas.

 

Lo mismo ocurre cuando en las solicitudes de empleo se colocan los ingresos de trabajos anteriores. Los egresados de sistemas educativos públicos tienen en su primer empleo más bajos salarios en comparación con los egresados de sistemas privados. Colocar los ingresos anteriores perpetúa que las personas sigan ganando menos en futuros trabajos. Otras manifestaciones de la desigualdad están en el acceso al crédito; personas pobres no cubren los requisitos que establecen las instituciones financieras y por tanto no pueden obtener financiamiento para emprender un negocio, adquirir un vehículo o una vivienda.

 

La condición de nacer en una ciudad o una comunidad rural, el origen indígena, el género, vivir en los estados del norte o del sur del país, la edad, las preferencias sexuales o la orientación ideológica siguen siendo un lastre en el país que determinan reproducir la desigualdad.

 

Estudiar las causas de desigualdad para difundirlas y explicarlas a la población es el primer paso para transformar las condiciones actuales. Proporcionar esta información a los diseñadores de políticas públicas también debe ser una tarea obligada de la comunidad científica. Pero, sobre todo procuremos que esta información sirva como denuncia pública y base para la organización popular. Sólo el pueblo salva al pueblo.

 

 

*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

 

Twitter: @BandalaCarlos