Un equipo de investigadores experimentó con un grupo de siete gatos y tres perros para saber cómo responden a la enfermedad. Los resultados parecen ser tranquilizadores para los humanos y sugieren que los gatos podrían tener un papel clave para futuras vacunas.
Si las mascotas pueden contraer COVID-19 ha sido una de las interrogantes más recurrentes desde el inicio de la pandemia debido al temor de las personas infectadas de contagiar a sus perros y gatos o, incluso, ser infectados por sus mascotas. Un nuevo estudio sugiere que quizás nuestras mascotas hayan estado mucho mejor preparadas que los humanos para enfrentar al nuevo coronavirus.
Con la intención de despejar estas dudas un equipo de investigadores del Colegio de Medicina Veterinaria y Ciencias Biomédicos de la Universidad Estatal de Colorado experimentó con siete gatos y tres perros, a los que inocularon COVID-19 para comprobar su evolución. La mayor participación de gatos obedece a que uno de los objetivos del estudio, además de analizar la transmisión humano-mascota, era estudiar cómo se transmitía el virus entre los propios felinos.
El estudio encontró que los gatos son "altamente susceptibles a la infección" y que tienen "un período prolongado de diseminación nasal y oral del virus" que hace que puedan contagiar fácilmente a otros gatos. Sin embargo, los gatos parecen no tener síntomas de la enfermedad e incluso desarrollan "una robusta respuesta de anticuerpos neutralizantes" que impiden que se reinfecten.
Los tres perros, por su parte, no demostraron tener una capacidad significativa de diseminar el virus.
Una de las principales conclusiones del estudio es que ni los perros ni los gatos que participaron en los experimentos demostraron ser capaces de infectar a los humanos. Sin embargo, los científicos concluyeron que sí es posible la "zoonosis inversa" en los casos en que humanos infectados estén cerca de sus mascotas.
El otro gran descubrimiento del equipo de científicos es, precisamente, la buena respuesta inmunológica demostrada por los gatos. Según los investigadores, podría ser útil a la hora de pensar en una posible vacuna de uso veterinario. "La resistencia a la reinfección promete que una estrategia de vacunación puede proteger a los gatos y, por extensión, a los humanos", señala el estudio.