“Cómprame un revólver”, un drama estresante y revelador

“Cómprame un revólver”, un drama estresante y revelador

Casi siempre, las cintas que hablan de problemas sociales tan complejos como la estabilidad de los niños, me hacen recordar a la fantástica “Voces inocentes” (2004) dirigida por Luis Mandoki, aunque los problemas de los que hablen sean de diferente índole. Hoy le quiero compartir mi visión de “Cómprame un revólver”, el filme dirigido por Julio Hernández Cordón, que precisamente nos deja ver un panorama devastador propiciado por el narcotráfico, visto desde los ojos de una pequeña niña.

 

El filme, que estuviera nominado en la edición 62 de los Premios Ariel de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas a Mejor Película, Mejor dirección, Mejor coactuación masculina, Mejor guion original, Mejor música original, Mejor diseño de arte, Mejor maquillaje, Mejor edición, resulta un compendio de tensión y emotividad.

 

“Cómprame un revólver” indaga en la vida de un padre, adicto a las drogas, que cuida y mantiene en condiciones un estadio de beisbol, en un pequeño pueblo del norte del país, el cual es controlado por un grupo criminal, aparentemente dedicado al narco, quienes arrasan con todo lo que encuentran a su paso. El hombre vive en un clima de desesperanza y fatalidad, con su pequeña niña, quien convive con otros tres infantes que se quedaron en el pueblo, luego de que el resto de la población huyó por el temor a ser asesinados.

 

Hernández Cordón pone sobre la mesa un escenario que probablemente ya exista, en el que presenta un territorio donde gobierna el narco con total impunidad y en el que los habitantes son meros servidores de los delincuentes, que además de cumplir con las labores que les obligan, deben satisfacer sus instintos sin refutar absolutamente nada, so pena de ejecución a sangre fría.

 

El cineasta nativo de los Estados Unidos (aunque criado en México) juega con nuestras emociones al poner de manifiesto el riego que corre en todo momento la pequeña niña, quien no puede ser protegida por su padre de todo lo que sucede, en medio de hombres armados y bajo la constante de ser agredida sexualmente por los malhechores, que comentan su gusto y deseo por las menores.

 

El cuadro narrativo se complementa con secuencias curiosas, llenas de inocencia, que encabezan los diálogos entre los pequeños, quienes están decididos a recuperar el brazo de uno de ellos, que le fue amputado por el líder de los narcos, por el simple hecho de darle un escarmiento.

 

En suma, una cinta compleja en su estructura, aunque de fácil digestión, que le llevará del estrés a la indignación en unas cuantas secuencias, digno de análisis y que seguramente se convertirá (si es que aún no lo es) en uno de esos trabajos cinematográficos que son referencia en temáticas específicas, como algún día lo fue “Miss Bala” (2011) de Gerardo Naranjo o la propia “Voces inocentes” (2004) de Luis Mandoki.

 

Solo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.

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