Justa y necesaria, así se debe catalogar sí o sí la lucha que muchas mujeres han emprendido ante la creciente violencia de género que se vive en el país, que se traduce en feminicidios.
Desafortunadamente, la protesta de estas féminas que piden se respete su vida y la de miles de mujeres tiene al enemigo en casa con esos grupos radicales que han desvirtuado este movimiento.
Ojo, este columnista no critica la pinta de paredes ni las duras protestas que se han dado sobre todo en la CDMX. Créanme, el dolor que muchas mujeres sienten no se compara al daño que se le podría hacer al cemento y piedra que forman monumentos u oficinas.
Sin embargo y con dolor podemos observar que hay un grupo de mujeres que ha olvidado el objetivo de esta lucha y la agresión sin sentido se ha convertido en un modo de vida.
Sí, de acuerdo, el abuso sexual, físico, psicológico y económico que el hombre ejerce contra la mujer en miles de hogares mexicanos no tienen manera de justificarse, pero eso no significa que el odio contra el género masculino sea bandera de estos actos.
Vemos que la agresión va hasta hacia esos padres que perdieron a sus hijos en Ayotzinapa, esos padres que claman justicia por su hija asesinada y contra otras mujeres que luchan día y noche por salir adelante en este país machista.
Molesto resulta que las lágrimas de madres que no saben nada de sus hijas, de hijas que sufren las secuelas de una violación y de niñas que han perdido a sus madres a manos de sus propios padres se vean opacadas por falsas feministas como las del denominado “Bloque Negro”.
Y es que las valientes mujeres que alzan la voz contra la violencia que viven día a día han señalado que esta lucha se ha convertido en un modo de sacar dinero y beneficios por parte de estos grupos, que tienen la agresión sin sentido y la destrucción como principales armas.
A las madres que perdieron hijas, a las hijas que vieron morir a sus madres, a las madres que no saben dónde están sus hijas y a las mujeres en general les debemos una disculpa por este México machista y violento contra ellas, disculpa que también deben dar los grupos “feministas” fundamentalistas.
El ridículo de la SCJN
“Lo que ordene el patrón”, así deberá leerse a partir de hoy en la sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) al prestarse al circo que representa la consulta para enjuiciar a expresidentes.
La justicia no requiere de consultas, bien se dice, por lo que resulta irrisoria no solo la consulta, sino la acción de la SCJN.
Es como poner a consulta si se castiga a violadores, secuestradores y narcotraficantes.
Pero en este México de la 4T se hace lo que ordena el patrón, desafortunadamente.