Es extraordinario el éxito obtenido por el gobierno del presidente Andrés Manuel con la rifa del muy costoso y, aunque suene cacofónico, lujoso avión presidencial que adquirió Felipe Calderón durante su gobierno (2006-12) para que lo usaran los sucesores que en este caso sólo fue Enrique Peña Nieto (20012-18), quien le redujo el número de asientos para tener todas las comodidades y excentricidades del “monarca” mexiquense con un “palacio del aire”, según la expresión de López Obrador que les echó a perder la fiesta a los dos expresidentes, y ahora también a Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox con la consulta ciudadana sobre si deben o no ser juzgados y que con independencia de la suerte que tenga en la Suprema Corte y el Congreso, todo apunta a que será tema de la agenda nacional hasta junio próximo, cuando se realicen las elecciones más grandes en la historia mexicana.
La numeralia de la rifa sin precedente es ésta: Con la venta de los cachitos se obtuvieron 2 mil 342 millones 900 mil pesos (21.10 por dólar estadunidense). El número de boletos vendidos es de 4 millones 685 mil 800 boletos de un total de 6 millones puestos a la venta, es decir, el 78.09%.
El director de la Lotería Nacional informó que 13 de los 100 premios de 20 millones de pesos fueron para hospitales y ocho escuelas públicas. Otros 42 fueron ganados por empresarios, 16 por la Lotería Nacional, cinco por sindicatos, mientras que 24 números ganadores no fueron vendidos. Y por disposición presidencial los 520 millones de pesos serán destinados al Instituto de Salud Para el Bienestar, sustituto del ya olvidado Seguro Popular por corrompido.
Como bien apunta Rayuela del periódico La Jornada, el más conciso de los editoriales institucionales: Burlas, burlas y más burlas... pero se les olvida que esa deuda la adquirió Felipe Calderón.
En efecto, escuché en Sin Filtro (Foro Tv) a una joven dirigente de la aún no franquicia electoral del matrimonio Calderón-Zavala, despotricar contra la rifa hasta que el antropólogo Eder le recordó lo elemental, que fue su jefe el que compró el avión.
En ese nivel se movió la mayor parte de los comentaristas, conductores y reporteros del oligopolio mediático: la rifa del no avión, decían como chicas del coro. Cierto, no se rifó el avión sino 100 premios de 20 millones de pesos con el “palacio del aire” como motivación. Dirigentes legislativos como el expresidente del PRI y exgobernador de Guerrero, René Juárez, ponía cara de asco, de enojo y cuando le preguntaron los colegas sentenció: “¡Es una payasada!”
Resulta que la payasada –según el Negro, como le apodaba su jefe Ernesto Zedillo: “Tengo (sic) dos gobernadores negros”, presumía, el otro era Ernesto Hendricks–, se reeditará en 2021, pues al decir de AMLO en la mañanera que causa urticaria entre los mencionados innecesariamente porque los victimiza y les hace publicidad gratuita, habrá otro sorteo, “uno muy grande, con los bienes que la Fiscalía General de la Republica asegure o que sean producto de la Ley de Extinción de Dominio para seguir apoyando a la asistencia social y continuar con las becas para los deportistas olímpicos”.
Es natural que les genere indignación “la no rifa” del avión presidencial que está en vías de venderse, porque pone en relieve el amplísimo respaldo social con que cuenta Obrador, entre 56 y 71%
Lo que resultó un contrasentido es el vacío y la campaña realizada por el PRIAN que durante cinco sexenios, de Carlos Salinas a Felipe Calderón, privilegiaron los negocios particulares en el sector Salud y el imperio abierto y criminal de la corrupción hecha política pública.