En los alrededores de la mítica Arena México, en el centro de esta capital, hay un ambiente festivo con la reanudación de los combates después de más de cuatro meses sin el espectáculo multimillonario, aunque debido a la pandemia no habrá público que aliente a los combatientes.
"No me gusta que no haya público, pero era esto o morirnos de hambre. Si no hay otra alternativa hay que adaptarnos", relata a Sputnik el luchador Máscara 2000.
Nacido en Jalisco, pertenece como la mayoría de combatientes a una familia vinculada hace varias décadas a un espectáculo que cada año genera más de 30 millones de dólares.
Desde marzo pasado, la mayoría de los grandes escenarios de lucha libre han permanecido cerrados en México, convertido desde mediados de julio en el tercer país del mundo con mayor número de muertes por el nuevo coronavirus, superando las 50,000 víctimas, solo detrás de EU y Brasil.
"Hay que probar con estos espectáculos sin públicos, pero la gente es la mitad del espectáculo y sin ellos no será lo mismo", confía a esta agencia este luchador, en la antesala del reinicio de los combates.
Una noche en la arena
El Gobierno de la capital mexicana ha dispuesto la realización de dos noches de combates este próximo fin de semana. Las luchas en las que los gladiadores realizan lances acrobáticos en el cuadrilátero serán transmitidas por un canal local.
A cambio, los recursos que se reciban por patrocinios durante la emisión serán utilizados para ayudar a las familias de los combatientes, muchos de ellos nacidos en sectores populares, como los boxeadores.
Estos combates de pruebas serán además una forma de ajustar los protocolos de protección de la salud, en una actividad que requiere de un estrecho contacto físico.
La falta de ingresos ha golpeado duramente a los luchadores, un gremio que a pesar de toda la parafernalia que rodea el espectáculo sólo sobrevive de los honorarios que reciben por cada pelea, mezcla de deporte con trucos teatrales.
"La situación es muy difícil. Muchas familias de luchadores no tienen ni para comer", señaló a Sputnik otro luchador emblemático, El Fantasma, presidente de la Comisión de Lucha Libre de Ciudad de México.
Este gladiador popular denunció que al menos 30 personas vinculadas al espectáculo han fallecido en los últimos tres meses, entre auxiliares, promotores, entrenadores, personal de apoyo, luchadores y familiares.
Para muchos luchadores, las medidas de control los han obligado a dejar de ir a los gimnasios y a veces a someterse a un encierro permanente y perder forma, comenta El Fantasma, quien tiene prohibido divulgar su nombre propio, como todos los luchadores profesionales.
Arte para coleccionistas
Christián Cymet, un coleccionista e historiador de la lucha libre mexicana, señaló a esta agencia que se trata de una situación inédita en más de 85 años de ese espectáculo, que supera la crisis de los años 80 cuando una pérdida de interés del público llevó a cerrar varias arenas.
Esa crisis fue subsanada con la llegada de luchadores japoneses y estadounidenses que contribuyeron a renovar el espectáculo agregando acrobacias y combates de lucha libre femenina.
"Es muy triste lo que estamos viviendo con esta pandemia y particularmente en la lucha libre, no solo para los enmascarados que pierden ingreso sino (también) para los aficionados. Era una forma de distraerse y sacar el estrés", dijo a Sputnik este coleccionista que promueve la creación de un museo de la historia de la lucha libre mexicana.
La capitalina Arena México, con capacidad para unos 20,000 espectadores, o el Coliseo de Guadalajara, con 18,000, suelen programar noches con varios combates.
Muchas veces logran aforo completo, con localidades que se venden desde uno a 20 dólares.
Se estima que los espectáculos de la lucha libre en México mueven más de 25 millones de dólares al año, y en los años 50 y 60 fue una actividad mucho más rentable que deportes como el futbol.
Creado como una versión deformada de la lucha olímpica, a la cual se le agregan efectos histriónicos por parte de los luchadores quienes tienen la obligatoriedad de ocultarse tras máscaras.
En la lucha libre mexicana, si se divulga la identidad, el luchador es excluido y debe retirarse de por vida. Por esa razón, perder la máscara en un combate es la mayor humillación posible para estos deportistas amantes de la parafernalia y el misterio.
A lo largo de estas ocho décadas, el espectáculo dio origen a héroes venerados en la cultura popular mexicana.
Quizá el más famoso de ellos fue El Santo, "el enmascarado de plata", cuyo nombre real era Rodolfo Guzmán Huerta, según se supo tras su muerte en 1984. No solo participó en más de 20,000 combates, sino que protagonizó 52 películas y su propia revista semanal de aventuras.
El nuevo formato del espectáculo para este segundo fin de semana de agosto dirá si la lucha libre que esta contra las cuerdas por el COVID-19 podrá tomar un respiro antes de derrotar a un enemigo mortal. (Sputnik)