Mucho se habla estos días del posible nacimiento del PRIAN (Léase con voz diabólica) para las elecciones de 2021 en Puebla. La unión entre estos dos partidos antagónicos parece viable por el panorama electoral que se avecina.
Panistas y priistas cabildean la idea de unir sus maltrechas fuerzas; sin embargo, en estos momentos no le conviene una alianza a uno de estos partidos.
Nos referimos al PRI.
No, amable lector, no estoy borracho ni mucho menos estoy bromeando. El PRI, con todo y sus penas, aún está a tiempo de huir del PAN. Mejor dicho, de huir de Genoveva Huerta Villegas.
Y es que la repudiada dirigente del PAN, más que un agente de unidad, es un factor de fractura. Si a su propio partido lo está haciendo pedazos, imagine cómo dejaría a un muerto en vida como es el PRI.
La rapacería, el agandalle y las cuentas poco claras son las cartas de presentación de Genoveva, quien sin duda querrá (a la mala) quedarse con candidaturas para ella y sus incondicionales.
¿Se imagina a un Eduardo Alcántara o a un Pedro Gutiérrez pidiendo el voto por PRI y PAN?
Ni dándole una candidatura a Javier López Zavala caería tan bajo el tricolor.
Además, el PRI no necesita el desprestigio que tiene en estos momentos Genoveva Huerta. Con sus pleitos internos y sus impresentables cuadros tiene suficiente el expartidazo.
Al PRI le beneficiaría incluso más una alianza con el inexistente PRD que con el PAN de Genoveva. Al menos, el tricolor haría el ridículo por méritos propios y no de la mano de la “jefa” panista.
Se buscan panistas con pantalones
Y a todo esto…
¿Acaso no hay panistas con pantalones que le pongan un alto a Genoveva Huerta?
Los atropellos y agandalles de la dirigente del blanquiazul son más que evidentes, pero nadie tiene los tamaños para decir “basta” al interior del PAN.
Con esa actitud agachona, los panistas demuestran que la valentía y la defensa de su propio partido no forman parte de los preceptos de Acción Nacional.
Allá ellos y su cobardía.