Un usuario de Twitter me cuestionó sobre el trabajo de seguridad en el municipio. Este lunes entrevistamos a Lourdes Rosales, secretaria de Seguridad Ciudadana en Puebla Capital y la fotografía del encuentro provocó los cuestionamientos.
La verdad es que entiendo la frustración y desesperación de todos los poblanos por ver una ciudad aún más segura. Pero también comprendo, desde el punto de vista técnico y de administración pública, la defensa que Rosales hace de los resultados que ha tenido en su Secretaría.
Creo que lo importante en este análisis es reiterar algo que parecería una obviedad, pero que en estos tiempos maniqueos no lo es tanto: la realidad no es tan simple.
Sí, leo y he vivido de cerca -a través de familiares y amigos- casos de inseguridad. En este trienio a mí no me ha ocurrido ningún incidente delictivo y de ahí quiero partir en mi análisis.
Un comentario simplista, inclusive absurdo, sería que dado que a mí no me ha pasado ningún incidente delictivo en los últimos dos años, yo afirmara que la inseguridad no existe en Puebla. ¡Vaya tontería! Es un silogismo mal planteado.
Pero el contrario a esta premisa también es falaz: “si a mí me ha ocurrido un incidente delictivo, luego entonces hay inseguridad en Puebla”.
No puedes medir la realidad, mejor aún, la eficacia de la administración pública sin indicadores imparciales. En el caso de Puebla capital claro que hay inseguridad y ha habido delitos graves, gravísimos, que han devastado a familias enteras. Pero esta afirmación no parte del hecho de afirmar “yo lo he vivido”, porque en términos estadísticos qué representa un caso entre millones de habitantes.
Por supuesto que en Puebla son miles los que han sido afectados por el crimen. Como periodista, pero más como ser humano, he tratado de ser solidario en los casos más estridentes. Duelen los ataques viles contra mujeres, ya sea los que terminan en feminicidios o los que quedan en agresiones.
Pero juzgar desde un punto de vista emocional algo que es plenamente técnico no colabora a la creación de mejores políticas públicas. Las mejores políticas públicas son las que se pueden medir para mejorarlas. Son las que tienen indicadores, que analizan variables y que en un proceso de constante mejora se afinan hasta dar resultados.
De verdad creo que Lourdes Rosales entiende ese concepto y está comprometida con tratar de hacer de su Secretaría un ejemplo nacional. Pero también creo que hay mucha presión política y social sobre ella. Principalmente social, porque el ciudadano no quiere escuchar que algo se arregla con dificultad, quiere que ya se arregle.
No es posible arreglar con una “varita mágica” los problemas más sofisticados de nuestra Puebla. Uno de los daños más graves que nos han causado todos los partidos es que, en su afán de querer acribillar al partido político contrario, las críticas ejercidas contra los administradores públicos rivales trivializan el ejercicio público. Como si alguien al llegar a un cargo se sentara y disfrutara de ver las muertes y asaltos. Pareciera ser así, pero no lo es, al menos no en la mayoría de casos.
“Pésima la inseguridad en que nos tienen metidos ¿cuándo acabará esta ola de violencia?”, pregunta el político rival.
El ciudadano puede cuestionar de esa manera y el administrador público debe ser lo suficientemente hábil como para responderle y explicarle lo complicado de un problema y entonces no generar expectativas falsas. Pero el político, en ese afán de generar el contraste que represente votos, no espera una respuesta racional, sino un pretexto para evidenciar al rival.
A este periodista y consultor esta acción no le espanta ni le sorprende, pero me permite explicar por qué en materia de seguridad México está tan descompuesto: la percepción supera el análisis frío de nuestra realidad.
No me malinterpreten. Claro que estamos en un México cada vez más violento, sí con el crimen, más también con su origen: la ausencia de solidaridad. Incluso emitir una opinión contraria a un grupo social causa de inmediato ofensas. ¿Qué tanto tiene que pasar para que esas ofensas se conviertan en golpes? Poco, tristemente.
La violencia de nuestro país es grave, triste e irreparable en el corto plazo. Por ello, todo lo que pueda abonar en la prevención del delito como los vectores de proximidad, la nueva comunicación de los policías, las pulseras de georreferenciación e incluso la mejor capacitación de los oficiales son acciones que no solo en intención, en números, están dando resultados.
No se reducirá la inseguridad de la noche a la mañana. Por supuesto que no, seguirán las pandillas organizándose y captando a jóvenes de escasos recursos u olvidados por sus familias, continuará la venta de droga y el consumo, y las perversiones asociadas con los crímenes seguirán pululando, pero por ello las políticas públicas en materia de seguridad tienen que persistir bajo el eje de los números fríos.
Hoy Lourdes Rosales está buscando mejorar la seguridad de Puebla, sobre todo para las mujeres, con políticas públicas establecidas que usan la tecnología y el método. Juzguemos su eficacia sin un criterio político o emocional. Bueno, lo haremos quienes sabemos de políticas y del servicio en la administración pública. Y comuniquemos a la sociedad abierta lo complejo de nuestra realidad, pero creo que por una mejor sociedad, más inteligente y preparada, es necesario alejarnos de maniqueísmos. Creo que Lourdes lo está intentando y espero, sobre todo en el caso de la prevención del delito contra mujeres, que sus esfuerzos eviten que haya nuevas “Michelles”.