La larga pandemia de la pobreza

La larga pandemia de la pobreza

La humanidad está enfrentando el que podría ser el mayor reto de la historia del capitalismo. Se combate una pandemia que tiene a todo el mundo paralizado. La globalización facilitó la propagación a una velocidad que no había ocurrido con otra enfermedad. La cuarentena, como método de contención de la Edad Media, es imposible de aplicar, pues dado el nivel de desarrollo actual tanto de las fuerzas productivas como del modo de cooperación, se pone en riesgo la subsistencia de la masa de población más pobre.

 

El freno deliberado de la economía mundial no afecta a los grandes capitales, al contrario, ha sido visible la aceleración del enriquecimiento del 1% de la población, según reportes como el de Oxfam y el Banco Mundial hay un acentuamiento severo de la desigualdad. Frenar la economía ha sido como inducirla a un coma mientras se reorganiza la producción; por ejemplo, incrementar el trabajo a distancia (home office) para que la empresa traslade sus costos a los hogares de los trabajadores, esta tendencia parece que no se revertirá cuando se levanten las medidas restrictivas.      

 

Los países más afectados serán los que históricamente han ocupado las posiciones más precarias en la distribución de la riqueza mundial, como nuestra región latinoamericana. En la gráfica 1 se muestra la tendencia del PIB per capita anual desde 1960 comparando las regiones de América Latina y el Caribe, la Zona Euro, Estados Unidos y China. La comparación se hace en dólares a precios constantes, es decir, quitando el efecto de la inflación entre regiones.

 

Elaboración propia con datos de Banco Mundial 1960-2019

 

Se observa que en 1960 el ingreso promedio por habitante en Estados Unidos era 4.7 veces superior al de Latinoamérica; en la zona Euro el ingreso era casi el triple que en nuestra región.  En ese momento China está en plena revolución con Mao Tse Tung y un norteamericano ganaba en promedio 90 veces más que un chino; un europeo, 55 veces más y un latinoamericano casi 20 veces más. Latinoamérica también estaba viviendo una transformación, al transitar de un modelo exportador de productos agrícolas a un modelo de industrialización, con México a la cabeza y desafiando las “recomendaciones” de los países desarrollados que se opusieron a este proceso.

 

La gráfica muestra como de 1960 a 1982 el ingreso latinoamericano tuvo un crecimiento sin precedentes, la diferencia entre el ingreso norteamericano y el latino se redujo a 4.2. No obstante, sobrevino la crisis de deuda y el Fondo Monetario Internacional (FMI), representante de los grandes capitales trasnacionales, obligó a Latinoamérica a aplicar las políticas de ajuste con lo que inició el periodo neoliberal. La gráfica es muy clara, mientras en Estados Unidos y Europa el ingreso de los habitantes siguió creciendo de 1982 a 2002, en Latinoamérica se estancó.

 

En 2002 la curva de ingreso en Latinoamérica tiene una inflexión, se debe de forma particular a países que abandonaron las políticas neoliberales como Brasil, Argentina y Venezuela y que experimentaron sorprendentes recuperaciones en el nivel de vida de su población. Pero los contragolpes que se dieron en los años posteriores y una nueva oleada neoliberal hicieron retrogradar los avances y nuevamente la curva se aplanó. Para 2019 la diferencia del ingreso entre Estados Unidos y Latinoamérica llegó a 5.8 veces y con respecto a Europa la diferencia fue de 4.3. Es decir, si tomamos el ingreso por persona como indicador de mejora de los pueblos, en Latinoamericana y México hoy estamos peor que en 1960.

 

Por otra parte, el modelo socialista chino ha tenido un efecto sostenido, la diferencia con respecto al ingreso de los norteamericanos se redujo de 91 a sólo 6 veces y con Europa bajó de 55 a 5. Incluso el ingreso de los chinos es ya superior al de los mexicanos y casi alcanza el promedio regional. Esto significa que las brechas entre Latinoamérica y Estados Unidos-Europa aumentaron, mientras las brechas entre China y Estados Unidos-Europa disminuyeron.

 

Como se ve, los efectos de la pandemia que vivimos ahora son resultado del padecimiento estructural de otra pandemia más grave: la pobreza. Aún así, hoy pululan los pseudo periodistas y economistas vulgares que exigen reducir la pobreza de un día a otro, eso sí, sin cambiar las políticas económicas; ante cualquier propuesta de cambio se ponen como energúmenos para “frenaaarlas”.

 

Además de librar la lucha contra la pandemia, también libramos una batalla de las ideas y para ello resulta esencial divulgar el conocimiento científico que permita incrementar la moral y la conciencia del pueblo, al tiempo que desmienta y exhiba a los reaccionarios y retardatarios. Para garantizar el bienestar popular es necesario primero garantizar la soberanía económica; ahora que los fondos buitres se quieren aprovechar de las circunstancias, no permitamos que vuelvan los que entregaron el futuro de nuestra nación a los intereses del capital internacional.

 

 

*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México

 

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

Twitter: @BandalaCarlos