A tono con los datos del presidente Andrés Manuel, en agosto comenzará la recuperación económica del país e iniciará la recontratación de trabajadores.
Lo anunció López Obrador en el marco de la gira de trabajo para supervisar los avances en la reconfiguración de la refinería y la modernización del puerto (petrolero y mercante) de Salina Cruz, Oaxaca, al inaugurar la primera obra del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec –uno de sus proyectos insignia–, el muelle de contenedores y de usos múltiples, de 123 metros de largo, que amplía el puerto y que permitirá arrancar el próximo año, en cuanto se terminen de modernizar las vías del ferrocarril de la región, el transporte de contenedores, al mismo tiempo tren de pasajeros, así como 10 parques industriales. Corredor que unirá a las economías de Asia con la costa este de Estados Unidos.
Son proyectos como la refinería de Dos Bocas, Tabasco, y el aeropuerto Felipe Ángeles en los que “Nosotros no podemos cometer el error garrafal de dejar obras inconclusas”, como fue la pauta con Felipe Calderón y Enrique Peña, sobre todo en el sector salud y los pacientes pagan ahora las consecuencias de la improvisación y la gigantesca corrupción.
El contexto es para comprender las afirmaciones presidenciales que no pueden dejar de estar influenciadas por él, además de que los presidentes no pueden darse el lujo del abatimiento ante los monumentales retos de la pandemia covid-19 y la recesión sin precedente que agobia al planeta. Al parecer con la excepción de China, la cuna de la pandemia, que creció 3.2% en su producto interno bruto en el segundo trimestre de 2020 contra todos los pronósticos de los centros de poder global.
Los mismos que, incluido el Banco de México (8.8%), pronosticaron una recesión mexicana sin precedente y que estiman hasta de 20%, como si se tratara de apuestas para ver quién es mejor catastrofista.
AMLO insiste ya sin el “Yo tengo otros datos”, que tanto altera el sistema nervioso de sus adversarios que reaccionan como enemigos, con odio más que con alegatos inteligentes y documentados, que pasó lo peor, porque ya tocamos fondo con la crisis económica, pues hay menor pérdida de empleos –él busca cerrar julio sin despidos laborales–, además de que ya se recuperó el precio del crudo, luego de que por la pandemia llegó a venderse en menos dos dólares el barril y ahora en 38. Hay más consumo de combustibles: de la turbosina se pasó de 10 a 45%, y de las gasolinas, de 26 a 74%. Vamos hacia la normalidad, remachó.
Y a sus adversarios dijo: “Les vamos a ganar porque pronosticaron que esta crisis sería como una ‘L’, que caímos y nos vamos a ir abajo durante mucho tiempo, pero será como una ‘V’, caer y levantarnos”.
A todos, incluidos “los agoreros de lo peor” –como decía Jesús Reyes Heroles al PCM a mediados de los 70 del siglo pasado–, conviene que el titular del Ejecutivo tenga razón porque a todos nos iría mal. Además de que el presidente matiza las afirmaciones con singular cuidado: “…tanto en el covid-19 como en lo económico vamos avanzando poco a poco, no como quisiéramos, pero ya hay datos positivos”.
Al respecto recupero mi sugerencia del 23 de marzo pasado. “Sólo falta que ‘la fuerza moral del presidente que no es de contagio’, guarde una puntual correspondencia entre lo que nos recomiendan diariamente los especialistas, coordinados por el extraordinario vocero que es el doctor Hugo, y la conducta de Obrador en las mañaneras. Por ejemplo, guardar sus estampitas religiosas porque las creencias son del ámbito privado, íntimo; no frotarse la nariz con los dedos, tampoco tocarse el rostro y que suspenda de inmediato los saludos de manos y abrazos –¡Ni besos ni balazos!– de los mexicanos que lo apoyan y que son 45 millones, incluso dando crédito a que su popularidad es del 60% como dictaminaron tres muestras demoscópicas.” Urge que use cubreboca en el espacio público.