La incidencia delictiva se redujo 1.4% con bajas considerables en robo, en sus diversas variantes –transporte público y de vehículo, a transeúnte–, en tanto que en los delitos federales bajó 28%, al pasar de 52 mil 352 (enero-junio de 2019) a 37 mil 618 delitos en este año. Lo anterior se escuchó el lunes 20, durante la mañanera de 2.6 horas de duración.
Mas el talón de Aquiles en la inseguridad son todavía los homicidios dolosos y los feminicidios. En el primer caso el secretario Alfonso Durazo explicó que “tenemos menos 0.8% en la tendencia de crecimiento histórica. Esta es la brecha entre la tendencia histórica y los resultados de junio. Es claramente perceptible que hay una línea de contención respecto de la evolución que habría tenido”. Dicho de otro modo, bajó el ritmo de crecimiento del ilícito que no cuenta con cifra negra como la mayoría de los delitos cometidos –excepto robo de vehículos, que disminuyó sustancialmente en 18 meses–, y los feminicidios.
Los homicidios dolosos están concentrados en su mayor porcentaje en una parte de Guanajuato, la sierra de Chihuahua y Ciudad Juárez; la región de Cajeme, Guaymas y Empalme, en Sonora; regiones del estado de México y una parte de Acapulco.
Bien por la focalización del grave problema y mal por los resultados que, con todo, son mejores que en el asesinato de mujeres por el simple hecho de serlo, niñas incluidas y que al decir de la activista Frida Guerrera (Verónica Villalvazo) creció durante la pandemia, lástima que no aporta datos duros, igual que sus compañeras. Agraviante asunto que, a mi juicio, debe asumir la sociedad no sólo los tres órdenes de gobierno, si interesa construir una vía de soluciones ajenas al protagonismo y la grilla, al golpeteo al presidente Andrés Manuel que intentan capitalizar los partidos Acción, Revolucionario, Ciudadano y el hilarante PRD y sus desplantes televisivos.
El hecho es que en junio se reportaron 99 asesinatos de mujeres (3.3 cada día), muy por arriba de los 73 que se cometieron en mayo. Se trata, además, de la cifra más elevada desde noviembre de 2018, cuando fueron ejecutadas 100, y la segunda más alta desde 2015, si nos atenemos al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Gravísimo problema para todavía magnificarlo con que en febrero se cometían 10 asesinatos diarios –de lo cual Utopía se hizo eco– y ahora las múltiples siglas feministas mencionan 12 feminicidios diarios. Y no falta quien exija que todo asesinato de una mujer sea considerado feminicidio.
Cifras aparte, estamos ante un problema macro de derechos humanos e igualdad de género, de seguridad pública y aún nacional por lo que implica para la paz con justicia, y por ello López Obrador podría hacer un esfuerzo extraordinario para desenvolver mejores iniciativas a través de la Secretaría de Gobernación y de la misma Presidencia para avanzar con mayor consistencia en proteger la vida de las mujeres y niñas, igualmente los tres órdenes de gobierno, los tres poderes de la Unión y la sociedad civil. También los corporativos mediáticos que aún privilegian los estereotipos sobre las mujeres como objeto sexual, la famosa cosificación, con su fuerte dosis de misoginia; básico tema del que poco se ocupa el feminismo liberal.
Tiene razón AMLO en que (este) “Es el gobierno que más recursos destina para combatir la pobreza, para atender las necesidades de las familias más humildes de México, y lo vamos a seguir haciendo. Es un proceso, nos va a llevar algún tiempo… me importan mucho las mujeres, su protección, el derecho a la vida.” Pero hace falta y urge algo más presidente.