Desde el inicio de la pandemia a muchas personas les causa enojo e indignación lo que ocurre con el comportamiento de los demás: aquellos que salen a las calles de forma innecesaria, que hacen fiestas o reuniones, que no siguen los protocolos de salud (uso de cubrebocas, lavado de manos, uso de gel o dejarse tomar la temperatura en la cabeza), algunos por ignorancia, pero otros en una franca postura de “me vale”. Este comportamiento responde a una actitud extremadamente individualista, los argumentos que dan siguen el mismo patrón: “yo estoy sano, a mí no me va a pasar nada”, pero no hay un pensamiento hacia el otro (la otredad) un sentido de lo social, de lo público, de lo que nos afecta a todos.
La dicotomía individualismo-colectivismo es una variable para los estudiosos de la cultura desde una mirada cuantitativa. En los años ochenta se intentó medir elementos culturales de las poblaciones. Uno de los trabajos pioneros fue el del psicólogo neerlandés Geert Hofstede, quien describe que una sociedad individualista vela por sus propios intereses, regularmente no sigue reglas, valora el éxito y la supervivencia personal; por el contrario, sociedades colectivistas muestran un mayor compromiso con el grupo, hay un mayor sentido de pertenencia y valoran las relaciones con los demás. En su estudio, Hofstede encuentra que uno de los países más individualistas del mundo es Estados Unidos.
Si bien el trabajo de Hofstede ha tenido muchas críticas por su perspectiva positivista para tratar a la cultura, es posible rescatar conceptos de individualismo-colectivismo y estudiarlos a manera de tipos ideales que son instrumentos más usados en la sociología para acercarse a un fenómeno no necesariamente cuantitativo. Desde este enfoque, hace algún tiempo, mostramos que las políticas económicas y la forma de gobierno influían en la modelación del comportamiento de las sociedades de cada país. En ese estudio, publicado en 2014, encontrábamos que en los países tendientes al socialismo su población reproducía actitudes colectivistas; mientras que en países tendientes al capitalismo eran más individualistas.
Nuestro estudio comparaba países de América Latina y encontraba que Colombia era más individualista que México; a su vez Cuba era más colectivista que México. Esta posición intermedia para nuestro país se debía en gran parte a nuestros orígenes indígenas fuertemente arraigados en el colectivismo y a un jaloneo individualista producto del neoliberalismo.
Hoy esta dicotomía individualismo-colectivismo parece que está teniendo incidencia en la propagación o contención de la pandemia. Como expusimos al principio, las actitudes individualistas de personas no están considerando que su descuido o imprudencia puede afectar a otros. Una persona con defensas altas podría ser asintomático, pero eso no implica que, siendo portador del virus, no pueda infectar a los demás, entre ellos personas vulnerables como ancianos o aquellos que vivan con inmunodepresión.
Parece un chiste, pero personas que no “creían” en el virus o pensaban que ellos no se contagiarían, incluso aquellos que buscaron contagiarse para “hacerse inmunes” a través de las llamadas “COVID-Party” o “COVID-meeting”, se están arrepintiendo. La enfermedad los ha trastocado cuando bien les va, cuando no, han tenido que lamentar la muerte de un familiar cercano contagiado por ellos mismos.
No es extraño que los países más individualistas tengan las tasas más altas de mortalidad por habitante. Vea la grafica 1, en Reino Unido han muerto 675 personas por cada millón; Estados Unidos tiene una tasa de 418. En América Latina son los países con regímenes neoliberales los más afectados: Chile y Brasil. México guarda una posición intermedia de 289 muertos por cada millón. Del otro lado, sin embargo, están los países con población colectivista, destacamos a Cuba y Venezuela en el continente, apenas han muerto 7 y 3 personas por cada millón. Los resultados son ejemplares, como el de China, su tasa de muerte es de 3.3 y Vietnam con una tasa de cero.
Elaboración propia con datos de Banco Mundial y OMS
Se puede argumentar también que estos países colectivistas han pasado por revoluciones cuyo principal logro es el desarrollo de los sistemas de salud; que tienen una estructura económica que les permite hacer estrictas las cuarentenas porque el Estado les garantiza alimentación y servicios básicos como luz y agua, en algunos casos hasta vivienda; pero todo esto también implica el colectivismo en términos de cultura, es decir, no se puede separar una esfera de la otra. Es el sentido de poder preocuparse por los demás y de confiar en el grupo para protegerse. Buscar el bien común (del griego Koinos = comunidad, estar junto de o al lado del otro).
Esta pandemia nos enseñó que cuando estornuda un ser humano en el otro lado del mundo, más allá de que sea un chino o europeo, es otro como yo, por tanto, debe preocuparme y debemos cuidarnos (por cierto, cuidar viene del latín cogitare = pensar), entonces pensar en el otro (koinos) es cuidar al otro. Cuidar a la comunidad. Así es que, si cuidar al otro es ser comunista, que me apunten en la lista.
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos