Las restricciones a la movilidad causadas por el COVID-19 han paralizado la economía del país, pues ante la crisis muchas personas han decidido reducir sus gastos al mínimo enfrentando así la incertidumbre, comprando solo lo necesario para no gastar de más.
Esta reducción drástica de gastos puede ser buena para la economía familiar, ya que para muchos la prioridad en estos momentos es el ahorro, ante el miedo a quedarse sin trabajo o cualquier otra eventualidad futura. Sin embargo, la reducción en los flujos de efectivo está afectando seriamente a los comercios pequeños y medianos, cuya existencia peligra por las bajas ventas.