Mauricio Pineda: de anotar gol en un Mundial a vender vacas y pinos

Mauricio Pineda: de anotar gol en un Mundial a vender vacas y pinos

Foto: Mauricio Pineda

Mauricio Pineda no encontró su lugar en el mundo en las canchas de futbol donde supo lo que es anotar un gol en un mundial o ganar una plata en Juegos Olímpicos, su espacio lo ubicó en el campo vendiendo vacas y pinos.

 

El exfutbolista argentino de ahora 45 años participó en el Mundial de Francia 98 y le hizo un gol a Croacia en el segundo partido de la fase de grupos, dándole la victoria a su selección y siendo clave para su clasificación a la fase final.

 

“Viví 10 años maravillosos en el fútbol, pero se terminó y empecé algo nuevo. Te cuento esto: cuando me casé, a mi suegro casi que lo conocí directamente en la boda. Un día me llamó por teléfono para explicarme la posibilidad de invertir en el campo. ¡Lo compré sin ver! Afortunadamente le hice caso. A partir de ahí lo mío fue vida de pueblo, vacas y campo. Me dediqué durante más de 10 años a la ganadería”, relató al diario argentino La Nación.

 

 

Su debut como profesional se dio en 1996 y su retiro fue en 2005, incluyendo 6 años en Europa, en realidad fueron menos de diez años lo que estuvo como futbolista, pero fue el tiempo suficiente para darse cuenta que ese trajín no le gustaba.

 

“Todos mis sueños ya los había cumplido: Huracán, Boca (Juniors), viví en Italia seis años, había jugado en la selección, un Mundial, los Juegos Olímpicos. Justo se dio de comprar el campo y le puse punto final. Quise aprender en ese nuevo mundo que me apasionó. Y así fue: aprendí a querer a los animales, a levantarme a las 7 de la mañana y andar a caballo”, añadió a su plática.

 

Desde entonces, se mudó a Santo Tomé, una población de 25,000 habitantes cerca de la frontera argentina con Brasil, donde se ha dedicado a la ganadería y ahora a la venta de pinos, con lo que genera ingresos para su subsistencia y la de su familia.

 

“Lo importante es la forma de manejar al personal. El que enlaza es el peón, el capataz, pero uno tiene que estar recorriendo, viendo las vacunaciones, llevando los números. Hay una frase que dice: 'El ojo del amo engorda el ganado'. Yo de lunes a viernes me instalaba en el campo. Hoy vendí todas las vacas y aparecieron otras inversiones: los pinos en esta zona rinden mucho. Sinceramente, esta es una vida que me llena”, culminó.

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