Yo sí sé cómo pudo combatirse (mejor) la pandemia

Yo sí sé cómo pudo combatirse (mejor) la pandemia

No tienen idea de en cuántas líneas de tiempo he leído en las que los simpatizantes del presidente Andrés Manuel López Obrador se sulfuran cuando otros cuestionan el actuar del Gobierno Federal ante la pandemia de COVID-19.

 

“Estás bueno para criticar, pero, ¿tú qué hubieras hecho?", escriben muchos de los porristas del tabasqueño.

 

Pues bien, este consultor y periodista planta su cara y con firmeza escribe: yo sí puedo decir qué es lo que debió hacerse.

 

Claro, López Obrador no toma en cuenta ni las recomendaciones de su gabinete, ahí están como ejemplo las renuncias de los más capacitados, pero aun así estas líneas servirán para dejar en claro que hay personas preparadas en el país que sabemos que crisis como éstas requieren un trabajo multidisciplinario bajo una coordinación.

 

Dicho esto, acá van mis recomendaciones -a manera de política pública- para enfrentar el COVID:

 

1. Asumir el problema como grave: la atención inmediata habría ahorrado días de confinamiento, evitado fallecimientos y permitido a la economía mantenerse a flote. La primera acción, antes incluso del 27 de febrero -cuando apareció el paciente cero en México-, era generar todos los protocolos de acción al aparecer el primer contagio. La severidad de confinamiento inmediato serviría para después reducirlo con garantías de inocuidad.

 

2. Una vez asumido el problema como grave, después de haberse elaborado los protocolos por parte de un gabinete de expertos en epidemiología y protección civil, lo que sigue es comunicar. La base de supervivencia de toda población en una crisis, guerra, hambruna o enfermedad es la comunicación. Entonces se establece un canal único que puede difundirse de manera constante y consistente para enviar mensajes previamente estudiados por el grupo de expertos establecido para atender la crisis.

 

3. El secreto está en la ciencia. Los tiempos de incubación, contagio y sintomáticos son clave. De haberlos tomado en cuenta, el Gobierno Mexicano pudo evitar el contagio masivo y, por el contrario, activar la economía interna. Si había un paciente cero el 27 de febrero, todos los mexicanos debieron ese mismo día ser confinados. Un agresivo plan de confinamiento habría detenido de seco el brote. Hoy son meses los que llevamos recluidos sin que estos sean eficaces. Pero si con el primer contagio todos se hubieran mantenido en casa, habría sido más fácil aislar al virus a través de la detección de los casos específicos, los cuales habrían sido también aislados al igual que sus contactos. Después de revisar los tiempos de infección y activación, los pacientes observados habrían sido dados de alta.

 

4. Pruebas, pruebas y más pruebas. Entonces, todos confinados de manera tajante, con las fronteras cerradas, el Gobierno lanza mensajes en los que les informa a la población de los posibles síntomas. Quienes los tengan serán atendidos por unidades especiales de salud. Las ambulancias acuden por ellos y, como aún no está saturado el sistema de salud, la atención puede ser inmediata. Los pacientes con padecimientos menores, en materia de salud, regresan a sus casas de manera temporal. La prioridad es reducir el COVID. Y mientras los contagiados son atendidos, se aplican pruebas y pruebas hasta de manera exhaustiva hallar a los contagiados. Cualquiera podría decir que es imposible, pero diversas investigaciones señalan que de haber hecho este procedimiento, en los primeros 15 días, exagerando, se habrían detectado 500 o hasta 1,000 casos en el país. Algo perfectamente controlable.

 

5. Una vez controlado el brote se procede a mantener una economía cerrada en México. Los pocos turistas o visitantes que llegan al país son recluidos en hoteles -pagados por el gobierno- hasta en tanto cuanto el periodo de su incubación hubiera terminado. Si están sanos, pueden hacer sus actividades, si no, son llevados directamente a los hospitales especializados.

 

6. La economía interna se fortalece porque hacemos consumo interno y, aunque no haya contagios masivos, se promueven las medidas de salud mayores: distanciamiento, cubrebocas, gel antibacterial y túneles sanitizantes. Así, restaurantes, bares y terrazas no habrían cerrado.

 

7. Se establece, también desde el día uno, el protocolo para la detección de brotes. Insisto, todo depende de ejecutar pruebas, pruebas y más pruebas. No se repara en gastos en ese sentido. Si se detecta un brote en el norte de la ciudad de Puebla, esa es la zona que es cercada. Pero hablamos de brotes de 10 personas. Y sus vínculos posibles. Lo importante es ser tajante cuando apenas los contagios son detectables. Ahora, México está más allá de esa situación.

 

Ninguna de estas medidas fue aplicada al principio, que era el momento clave para enfrentar correctamente al virus. Pudimos ser ejemplo internacional, pudimos celebrar el triunfo sobre la pandemia. Tuvimos información, tiempo y sistema de salud -que es robusto en las principales ciudades del país-, pero nuestro Gobierno Federal prefirió menospreciar esta crisis que se ha convertido en la más dura de las últimas décadas, porque afecta tanto a la salud de los mexicanos como a la del sistema económico.

 

Y así, cada vez que alguien te reclame en redes, defendiendo a López Gatell y compañía diciendo “hicieron lo mejor que pudieron”, compárteles esta columna. Verán que sí pudo enfrentarse mejor la pandemia del siglo, con políticas gubernamentales basadas en la comunicación precisa y acciones científicas contundentes.