Lo que esconde el encuentro AMLO-Trump

Lo que esconde el encuentro AMLO-Trump

Foto: Enfoque

La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos debe entenderse en un contexto de simbolismos y hechos correspondientes a la agenda política internacional. Dicho de otra manera, es conveniente separar las emotivas frases pronunciadas por el presidente Donald Trump y el mexicano de los verdaderos hechos pactados u olvidados en el encuentro.

 

El primer elemento de análisis es el contexto en el que llega el presidente mexicano. Días antes, Donald Trump subió una fotografía en la que se muestra frente al muro y le manda un mensaje a sus gobernados, principalmente a sus simpatizantes: “tendré una reunión con el presidente de México, pero lo acordado no estará por encima de mi promesa divisionista”, podría entenderse así el mensaje del mandatario a través de la red social Twitter.

 

De acuerdo con lo publicado en los principales diarios estadounidenses, la visita de López Obrador es importante para Donald Trump en función de lo que él debe obtener del tabasqueño, y no de lo que México puede conseguir de los acuerdos bilaterales. En ese sentido, México está imposibilitado para hacer demandas.

 

La razón por la cual la capacidad de negociación de México es tan limitada, es la salvación que Donald Trump aplicó a México durante la negociación de la producción de barriles de petróleo de la OPEP Plus. En aquella reunión internacional, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, se negó a reducir la producción de barriles de petróleo y tuvo que salir el gobierno de Estados Unidos a cubrir la cuota de reducción establecida por los integrantes de este organismo internacional.

 

De tal manera que la salvación que otorgó Donald Trump a México en un momento de crisis ha sido cobrada en esta reunión bilateral, ya que el presidente norteamericano, en su primer mensaje, no ofreció ningún compromiso serio sobre los temas más prioritarios de la agenda geopolítica: la deportación de migrantes mexicanos, la situación de los dreamers, el pacto de seguridad internacional en materia de drogas y el respeto de los derechos humanos, también en el flujo migratorio.

 

¿Si estos presidentes provienen de distintas corrientes ideológicas y no trabajan sobre estos temas, qué les hace empatar? Aunque los dos presidentes provienen de orígenes políticos muy diferentes, los dos son populistas: Trump, la exestrella de televisión de derecha; AMLO, el político de décadas, autodeclarado izquierdista y exalcalde de Ciudad de México; los expertos señalan que tienen enfoques muy similares para gobernar.

 

Ambos presidentes son populistas y nacionalistas económicos. Ambos llegaron al poder con el mensaje de empoderar a los desencantados, a los marginados. Ambos ven a las instituciones y la burocracia como controles innecesarios de su poder y obstáculos en su relación directa con los votantes. Dos caras de la misma moneda.

 

Y los presidentes han tomado un camino notablemente similar -y también caótico- en su manejo de la pandemia de coronavirus. Ambos presidentes minimizaron la amenaza inicial. Trump prometió en febrero que simplemente desaparecería, mientras AMLO levantaba dos amuletos y decía, mientras sonreía, que lo “protegerían” del virus.

 

También ignoraron habitualmente los consejos de los expertos en salud pública para distanciarse socialmente y usar mascarillas en público, y ninguno de los dos está a favor de las pruebas masivas.

 

El momento de la reunión en medio de la propagación desenfrenada del coronavirus en ambos países ha sido cuestionado por los críticos. Pero para dos hombres que han visto caer sus índices de aprobación constantemente durante el brote, la reunión presenta la oportunidad de hablar sobre otra cosa.

 

En este momento, ninguno de los dos está obteniendo altas calificaciones por su manejo de la crisis de salud, lo que hace que la visita sea una distracción bienvenida.

 

La implementación del T-MEC representa una de las mayores victorias en política exterior de la administración Trump, y podría decirse que es uno de los únicos ejemplos importantes de que el presidente crea acuerdos nuevos y duraderos con países extranjeros, en lugar de romper los existentes.

 

Trump promoverá este acuerdo como una victoria y un seguimiento de una promesa de campaña de 2016 para reelaborar acuerdos de libre comercio anteriores, incluso cuando los demócratas dicen que la única razón por la que votaron para aprobar el T-MEC es porque revisaron el marco original durante las negociaciones.

 

López Obrador también ha apostado una gran cantidad de capital político en este viaje que representa un choque a sus bases izquierdistas. Probablemente, quiera asegurarse de que la administración Trump invierta en resolver cualquier problema que surja durante su implementación.

 

La economía de México se agitaba incluso antes de la pandemia. Ahora, con el FMI pronosticando una contracción del 10.5% del PIB en 2020 y con su partido que enfrentará elecciones intermedias críticas el próximo año, apuntalar la relación económica más importante de México es probablemente lo más significativo para López Obrador, el eterno populista, el mago de la distracción.

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