Dos años del impresionante triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las urnas, con 53.1% de los votos emitidos, fueron celebrados en Palacio Nacional en el bellísimo Recinto Parlamentario, edificio adaptado exprofeso para albergar a la Cámara de Diputados durante el siglo XIX, donde se juró la Constitución de 1857 y que por ello el presidente requirió de la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia. “Antes no era así”, diría AMLO, cuando acudí en representación del Partido Comunista a un acto con Miguel de la Madrid (1982-1988).
El hecho es que, como apunta José Antonio Crespo, fue una celebración del movimiento social y político que llevó a Obrador a la primera magistratura, y que según el analista visiblemente molesto en Heraldo Televisión (1-VII-20), pretende elevarlo al calendario cívico como el 15 de septiembre, el 5 de febrero. Sólo que a renglón seguido sostuvo que AMLO “pactó la entrega adelantada” del gobierno con Enrique Peña “a cambio de impunidad”, tesis original de Jorge Germán Castañeda que hoy repiten muchos sin darle crédito y menos demostrarlo. Gobierna, entonces, desde principios de julio según esa idea que rodará por los suelos con el proceso judicial a Emilio Lozoya y otros funcionarios del gabinete que juró “Mover a México”, así como el magnate Alonso Ancira, parido por el salinato.
Dos años después de aquella cita con las urnas, el presidente Andrés Manuel cuenta con el respaldo de casi siete de cada 10 ciudadanos (68.4%), si nos atenemos a una fuente fuera de toda sospecha de la menor simpatía con el tabasqueño de Macuspana, el diario El País (SIMO Consulting), que defiende cerradamente a las trasnacionales españolas con inversiones en México e impugna al gobierno de la Cuarta Transformación por lo que hace y deja de hacer. Procede de la misma manera frente a los gobiernos progresistas de América Latina.
Un dato interesante dio conocer Alejandro Páez Varela en La Octava (88.1 y canal 8 de televisión abierta). La encuestadora Mitofsky, de Roy Campos, y que hace honor al mito, siempre le resta 20% de los apoyos a AMLO y si se le sumaran coincide con el porcentaje que le reconoce El País. Es comprensible, entonces, que la estrella de Roy esté por los suelos.
Del discurso presidencial interesa rescatar esta afirmación: Soy el presidente más insultado en los últimos 100 años (después del orgullo de Parras de la Fuente, Coahuila, y de casi todo el país, Francisco Ignacio Madero). Y la respuesta es “la tolerancia y la no censura”.
En la víspera del aniversario convocó a los partidarios en las redes sociales, donde cometen excesos rijosos y altisonantes como los neoconservadores, a “que haya mucho respeto, pero que haya mucha polémica como la hay en los medios… no nos dejemos llevar por el odio. Hay que tener capacidad para argumentar no nos cerremos seamos respetuosos…”
Sin perder de vista que las raíces del desencuentro con parte del círculo rojo “Son dos cosas, la parte de las ideas, que no les gusta nuestra manera de pensar y de actuar y lo otro es que se sienten afectados en sus economías”. Mas no necesariamente se presentan ambos factores e insistir mucho en lo anterior es indispensable porque sólo se pondera el elemento económico, confundiendo la publicidad pagada con el chayote o sobre y sin contemplar a los propietarios de los grandes medios que son los mandamases y ganadores, pues usan los consorcios para apuntalar sus negocios y obtener concesiones gubernamentales ayer y hoy.