En medio de las advertencias respecto a que el presidente Andrés Manuel López Obrador pretende arrebatarle autonomía al Instituto Nacional Electoral, este miércoles el mandatario confirmó su estrategia: la electoral. En el mensaje alegórico a los dos años del triunfo electoral de Morena en el país, dijo que, aunque hay instituciones electorales, él personalmente vigilará y denunciará a quienes hagan fraude en los próximos comicios.
En el análisis inmediato, diversas voces afirman que las declaraciones del presidente advierten una persecución contra enemigos políticos del mandatario a través del uso de la Presidencia de la República. Los señalamientos son directamente a una réplica del gobierno venezolano, que desde el poder federal ha ejecutado acciones contra opositores políticos y dichas acciones son frenadas a través del uso de las instituciones.
El mensaje del presidente de este miércoles fue claro en cuanto a la narrativa que pretende construir para hacerse del control de las instituciones electorales.
En su discurso, dijo que hubo poderes económicos y políticos que “desde la cúspide” le impidieron llegar a la presidencia de la república en 2012 y que por ello en esta ocasión defenderá el “mandato del pueblo”. Más aún, fundamentándose en el primer jefe de la revolución mexicana, Francisco I. Madero, advirtió que el tema electoral es la prioridad y el resto de la agenda pública secundario.
“En las próximas elecciones, sin dejar de respetar las decisiones de los órganos electorales autónomos como el INE y el TEPJF, vamos a estar todos atentos para que las elecciones sean verdaderamente libres y limpias”, dijo el presidente.
Este tipo de mensajes han sido consistentes en su gobierno para crear simbolismos. En este caso, imbuirse de la figura de Madero para legitimar su secuestro electoral en cuanto a las instituciones.
Por ejemplo, hacia el final de su discurso, y luego de que mantuvo la narrativa de las últimas semanas respecto a que no se había ofendido tanto la figura presidencial y que ha “enfrentado la reacción conservadora”, López Obrador advirtió que denunciará “sin titubeos y con firmeza” cualquier intento de fraude electoral, pues su objetivo en los próximos comicios es “erradicarlo por completo”.
La mayor claridad respecto a la importancia de este tema en su agenda de gobierno la ofreció al citar al chihuahuense Madero. Dijo que al configurarse el revolucionario como “Guardián de las Elecciones”, su prioridad era justamente la vigilancia de lo electoral y quedó en temas secundarios el resto de la agenda pública.
El presidente reconoció que sus opositores le han acusado de “intromisión” e “injerencia” en los órganos electorales tras sus declaraciones de ser guardián de los comicios, como el expresidente Francisco I. Madero, pero insistió en que para hacer que los procesos sean “verdaderamente libres y limpios” buscará hacer respetar el “mandato del pueblo”, porque en el pasado estas instituciones no cumplieron con la imparcialidad. Y se puso como ejemplo.
“Olvidan que la democracia implica en primer lugar el respeto al mandato del pueblo, un mandato que en el pasado reciente (cuando perdió las elecciones de 2012) fue atropellado por las prácticas del fraude impulsadas desde la cúspide de los poderes político y económico y solapadas por las autoridades electorales”.
Dijo que ya en elecciones pasadas había ganado la presidencia de la república, pero a causa del “fraude electoral” operado “desde la cúspide de los poderes políticos y económicos” se impidió su llegada al poder. Tal situación, afirmó, no se repetirá.
“Por ello, desde el primero de noviembre de 2018 dejamos en claro que no incurriríamos en esas prácticas abyectas (…) pero también reitero que actuaremos denunciando sin titubeos y con firmeza cualquier intento de fraude electoral”.
En su discurso, el mandatario mantuvo la narrativa de polarización de los últimos días, acusando que los ataques que enfrenta provienen de la confrontación política que tiene con los conservadores.
También señaló que, en su gobierno, a diferencia de los del pasado ya no se cometen derroches, se acabaron los lujos y se generaron ahorros en obras y servicios públicos hasta por 270,000 millones de pesos, de los cuales 220,000 corresponden a la cancelación del nuevo aeropuerto de Texcoco.