Hace una semana Imagen Poblana publicó un especial sobre los contagios que estaban ocurriendo entre los trabajadores de los Centros Penitenciarios de Puebla.
El señalamiento fue puntual sobre la ausencia de protocolos sanitarios cuando ya había cuatro personas contagiadas en la Subsecretaría de Centros Penitenciarios.
En este portal señalamos el hacinamiento en las oficinas y la probabilidad de generar un brote más grande que afectaría a los trabajadores. Hoy, la cifra de contagios ha aumentado.
Pareciera que se olvidan no solo las instrucciones del gobernador sobre el distanciamiento y el cuidado de las personas con riesgo, sino que además se olvida nuestra solidaridad como humanos
El equipo de trabajo de Imagen Poblana se unió virtualmente a nuestro compañero Gustavo Mirón Reyes por el lamentable fallecimiento de su padre, justo por COVID-19.
Los éxitos y virtudes de nuestro compañero son reflejos de las enseñanzas de su padre en vida.
Cada vida, cada familia afectada, cada lágrima derramada por un paciente, ya sea por preocupación, miedo o resignación forman parte de la estadística.
Y aquí viene el grave problema. Para algunas autoridades, los fallecidos son solo fríos números.
Personajes como Adolfo Chacón Ruiz, subsecretario de los Centros Penitenciarios, justamente ven a sus colaboradores como números, olvidan su humanidad.
El dolor detrás de cada contagio es grande. Una familia entera es afectada apenas cuando ocurre una infección ¡imaginemos lo que ocurre cuando sucede un fallecimiento!
La humanidad depende de la empatía. Entender el sentimiento de dolor, preocupación, ansiedad o miedo permite al funcionario comprender que su trabajo no es llenar indicadores en las tablas de control interno, sino que debe buscar mejores escenarios de cuidado y desarrollo para los ciudadanos.
Pero estoy describiendo el ideal. En la realidad son pocos los servidores públicos con esta vocación.
No se ha mandado al confinamiento a los gobernados por una política pública de moda, sino porque en realidad el COVID-19 sí es un problema grave.
Una enfermedad que puede ser letal, sin vacuna ni tratamiento específico es el oculto homicida que nos acecha.
Y Chacón Ruiz tuvo la oportunidad de detenerle. En lugar de ello, le abrió las puertas de la oficina de par en par: ¡contágialos!
Si el subsecretario de Centros Penitenciarios no ha descubierto aún la gravedad de sus decisiones habrá que recordárselo.
Ojalá mirara en el rostro del familiar que más quiera el miedo del contagio.
Y ojalá con ese temor pudiera hacer empatía con las 70 familias que ahora están en riesgo en su centro laboral.
Porque son 70 las personas que trabajan en esa oficina y en la cual los contagios se han disparado.
Ojalá los contagios amainen y no ocurran fallecimientos.
Estos los cargará la conciencia de Chacón Ruiz.
Y ojalá mire, después de ello, a sus familiares a los ojos.
Sólo entonces dirá: “Pude salvarlos, pero no les confiné”.