Qué duro es el dolor, la angustia, la incertidumbre del poblano que tiene entre su familia a un paciente de COVID-19.
Si son 5,166 los contagiados, ¿cuántos familiares de estos pacientes tienen el dolor clavado en su corazón?
La información constantemente generada desde el Gobierno Federal sobre las cifras de contagio y fallecimiento ha causado que se pierda de vista la importancia de cada vida perdida y de cada contagio.
La proyección de universidades prestigiadas advierte en el peor escenario hasta 60,000 fallecimientos por el virus.
México quedará herido por el dolor de las familias.
Por eso es triste, desesperante incluso ver la ausencia de medidas de precaución por parte de la población en general.
En las calles, la gente camina sin distanciamiento, no utiliza cubrebocas, mucho menos caretas.
Vemos en las redes sociales videos de gente que acude a celebraciones multitudinarias.
Cada uno de estos absurdos lo único que hace es replicar, transmitir el virus mortal.
Y es que la sociedad es sumamente egoísta.
No hay un pensamiento de colectividad, de preocuparse por el prójimo.
En México la transmisión del virus es más debido a que el ciudadano piensa solo en sí mismo: “de algo me he de morir”, “es más fácil que me muera en un accidente”, “sé que existe, pero igual me muero hoy o mañana”.
Y ese pensamiento dista del verdadero problema: la transmisión del virus por parte de pacientes asintomáticos.
¿Cuántos poblanos viven así, con el virus en el cuerpo y ningún síntoma que lo delate?
¿Cuántos contagios nuevos ocurren por los “de algo me he de morir”?
Somos una sociedad inculta y egoísta, sin la capacidad de ver que ese potencial contagio podría dejar a una familia sin padres, hermanos o hijos.
Somos todos los responsables de los dolores que aquejan a miles de familias en el país.
Somos los responsables porque no hemos tenido la capacidad, como sociedad, de cuidarnos entre nosotros y promover ese cuidado.
Hoy, como mexicanos, no pasamos la prueba.
El COVID-19 nos exhibió.
*Dedicada a nuestro amigo y compañero de redacción, Gustavo Mirón.