Es odioso hablar de las cifras de muertes porque se banaliza la vida y se muestra como un dato más en las estadísticas, sin embargo, es importante hacer algunas aclaraciones sobre lo que ha estado en debate en los últimos días. Por lo que exponemos aquí cuatro puntos para entender mejor el problema.
- No hay consenso mundial sobre las cifras
En todos los países ha habido críticas sobre la forma en que los gobiernos presentan las estadísticas; de hecho, fue Donald Trump el primero en poner en duda los reportes de China y acusó al país asiático de “esconder a los muertos”. En otros países los debates son contradictorios; por ejemplo, en Brasil y Estados Unidos, mientras una parte de la población piensa que se están ocultando las cifras para no mostrar la gravedad de las cosas; otra parte de la población piensa que los datos son exagerados y son inflados a propósito para infundir miedo, que se manipulan las actas de defunción a pesar de que las personas mueren de otras enfermedades.
China ha tenido que ajustar sus cifras en repetidas ocasiones, también lo han hecho España, Rusia, Italia, Ecuador, Japón, entre otros. Esto es porque al allegarse de nuevas evidencias tienen que corregir. El problema está en el registro de los datos, sólo se conocen los que llegan al sistema de salud, pero hay una proporción importante de asintomáticos, estos casos los conocemos en estadística como de datos truncados y censurados. La menor censura y truncamiento estaría en las cifras fatales, por ello es más certero por ahora el número de defunciones. Aún así hay discrepancias, porque también los países hacen registros diferenciados. Italia corrigió sus cifras cuando recabó los datos de defunciones fuera de los centros hospitalarios, como en los asilos de ancianos.
Otro problema son las co-morbilidades, el CoVid-19 puede ser considerada una infección oportunista, esto es, que se aprovecha de sistemas inmunológicos debilitados por otras patologías como el VIH-SIDA o el cáncer; también puede actuar en conjunto con enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión o la obesidad. En esos casos es complicado señalar cuál es la enfermedad que incidió realmente en la defunción, algunos países, como Reino Unido han optado por atribuirle a la enfermedad crónica la causa, lo que le ha valido serias críticas; otros países como México, siguen la recomendación de la Organización Mundial de Salud (OMS) y colocan la infección por coronavirus. Por eso los datos entre países no pueden ser comparables.
- No es lo mismo letalidad que mortalidad
Nos referimos por letalidad a la división del número de personas que mueren entre el número de personas que contraen la enfermedad; por tanto, cuanto mayor es el denominador (número de personas enfermas) menor es el cociente (la tasa). Si un país tiene muchos asintomáticos entonces no tiene certeza del número real de enfermos y por tanto su denominador es más pequeño y la tasa es más alta. Lo mismo pasa en países que no tienen infraestructura hospitalaria para contabilizar a todos los enfermos, lo hacen sólo con los casos graves y también tienen denominadores pequeños y por tanto tasas altas.
Como se ve, esta cifra no es confiable. Por esta razón se atribuye mayor certeza a la tasa de mortalidad que es la razón del número de personas que mueren entre la población total. Con esta división se obtienen números relativos que pueden facilitar la comparación entre países de diferentes tamaños. En la gráfica 2 mostramos esta tasa por cada millón de habitantes, sólo para países latinoamericanos. Se comprueba que no es México el primer lugar; se trata de Ecuador, que alcanza un nivel de mortandad de 192 personas por millón; le sigue Perú con 125 y Brasil con 122. Nuestro país está en quinto lugar, después de Panamá.
Elaboración propia con datos de OMS y Banco Mundial
- Es más certero ahora el dato sobre mortalidad que letalidad
Dado que con este tipo de enfermedades no es posible registrar al número total de enfermos por ser un fenómeno de datos censurados y truncados, es más significativo -estadísticamente hablando- usar la tasa de mortalidad y no la de letalidad. Aún con las implicaciones que ya señalamos por los registros diferenciados en las actas de defunción entre países.
- No habrá una cifra certera hasta que se realice un censo
Considerando todo lo anterior se demuestra que los datos entre países no son comparables en términos estadísticos, por lo que deben tomarse como aproximaciones y no como reflejo irrefutable de la realidad. Quizás nunca se sepa con certeza, como tampoco se sabe con certeza la cantidad de defunciones de pandemias anteriores, se hacen estudios demográficos que intentan aproximarse a la cifra, con cierto nivel de confiabilidad, nunca con una del 100%.
Por ahora las cifras sirven para modelar y tomar decisiones en materia de salud pública, pero no se deben tomar como absolutas. Es posible que a partir de los censos de población se aproxime el crecimiento histórico de la población esperado sin pandemia y luego se compare con la población real, la diferencia podría ser atribuible a la enfermedad. Hasta entonces, necear entre datos falsos o erróneos es infructuoso. Pensemos mejor en que cada número es un ser humano y una familia que sufre. Por eso debemos cuidarnos a nosotros y a los demás. Que éste sea un aprendizaje de la pandemia.
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos