En abril, investigadores del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advirtieron que entre 2020 y 2022 el país podría registrar la mayor cantidad de incendios forestales de la última década.
Además de la contaminación atmosférica y la pérdida de vegetación, los especialistas destacaron que este factor podría ser peligroso ante el pico que alcanzaría la pandemia de COVID-19 entre mayo y junio. Esto se debe a que, tras una temporada alta de incendios forestales, es común el aumento de enfermedades respiratorias en la población, por lo cual alertaron sobre la importancia de prevenir los siniestros en los meses venideros.
A inicios de abril el Centro Nacional de Prevención de Desastres también alertó de la dificultad que podría representar la coincidencia entre la etapa de mayor incidencia de incendios forestales y el pico de contagios del nuevo coronavirus. Entonces, consideró que la combinación de ambos factores era particularmente riesgosa para las personas con problemas respiratorios.
Eric Ochoa Hein, médico infectólogo del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, comentó a Sputnik que, ante la actual pandemia, cabría esperar la posibilidad de un repunte en la atención de pacientes vulnerables, particularmente aquellos con enfermedades pulmonares, de vías respiratorias y cardiovasculares preexistentes, ya que estos grupos suelen presentar más afectaciones como resultado de la contaminación del aire.
No obstante, el especialista también destacó que "si una persona que padeció COVID-19 puede tener más efectos o consecuencias por la contaminación ambiental, es algo que desconozco. Pero podemos anticipar que pudiera haber una relación entre ambos y tenemos que estar preparados para dar esta atención".
Hasta el 21 de mayo, el sistema nacional de Protección Civil registra 73 incendios activos en 16 estados de México, los cuales ponen en riesgo hasta 8,700 hectáreas de bosques. Estos siniestros suelen acarrear incrementos en la contaminación del aire.
Asimismo, entidades como el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) han atribuido a la contaminación del aire la complicación de padecimientos como el asma, así como las crisis en los pacientes que padecen esta enfermedad.
"Es bien sabido que los contaminantes aéreos que proceden de diferentes fuentes, como los incendios forestales, tienen efectos sobre la salud de diferentes personas consideradas vulnerables", recordó Ochoa Hein, al tiempo que alertó sobre la imposibilidad de establecer en este momento si la contaminación ambiental hace más susceptibles a estas personas de adquirir el COVID-19.
"Se sabe que el hecho de padecer enfermedades respiratorias o cardiopulmonares, y que éstas se agraven por la contaminación ambiental, los hace más susceptibles a neumonías. [Pero] No tenemos forma de saber si ha habido personas sin COVID-19 que han sido atendidas en hospitalización [por la contaminación del aire]", concluyó el especialista en infectología. (Sputnik)