Mi primera aproximación al contexto de hiperlocalidad surgió en un foro periodístico digital, al que acudí de manera virtual.
Fue manejado como una manera nueva de acercarse con lectores de comunidades, pueblos, o localidades pequeñas o cerradas.
En política, el concepto tiene una adaptación similar, y es estratégico.
Ahora lo explico.
Si un candidato a la presidencia municipal de algún ayuntamiento aspira a gobernar su demarcación, pero le preocupa el arrastre de la marca MORENA-AMLO, debe pensar en una estrategia hiperlocal.
Es decir, señalar en particular los perjuicios o beneficios de elegirle a él en un contexto cerrado, inmediato.
El ciudadano está distanciado del Gobierno Federal porque es muy difícil a veces comunicar como la caída de la industria manufacturera o la contracción del Producto Interno Bruto afectan la herrería de Don Carlos o la tornillería de Doña Eduviges.
Un candidato hiperlocal debe tener un discurso cercano a las necesidades inmediatas, pero además el discurso de contraste también es más efectivo en lo hiperlocal.
Si un candidato aspira a apropiarse de la popularidad del presidente o, por el contrario, desea hacer que su rival tome distancia del mismo, la hiperlocalidad es la clave.
Las elecciones de 2021 serán una lucha de opuestos. No siempre es así. Hay contados municipios donde varios aspirantes tienen posibilidades de ganar, y entonces la lucha electoral es encarnizada.
Pero en estas elecciones el fenómeno será de aprobación al régimen o rechazo de este.
Tanto los opositores a Andrés Manuel López Obrador como sus simpatizantes han generado un escenario dicotómico.
Mas para obtener el voto ciudadano y garantizar un escaño, la hiperlocalidad debe notarse en cada estrategia de aire o de tierra en el proceso electoral próximo.
La hiperlocalidad es un concepto, estrategia y método y la mejor arma en una elección de opuestos.
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