Finalmente y en un plazo breve de rebelión, negociación y reculamiento, Walmart de México y Centroamérica pagó al Sistema de Administración Tributaria 8 079 millones de pesos por impuestos atrasados, debido a la venta de la cadena de restaurantes Vips (263), El Portón (90), Ragazzi (siete) y La Finca (dos); todo por un monto aproximado de 8 mil 200 millones de pesos, realizada en 2014 por la todavía rebelde Alsea, la operadora de restaurantes y cafeterías que durante el confinamiento cometió abusos mil contra sus trabajadores, año en que los grandes corporativos eran amos y señores en elusión, evasión y condonación fiscales.
El SAT exigía desde el 18 de febrero pasado a la gigantesca trasnacional de los Walton el pago de 10.5 mil millones de pesos y el corporativo cubrió 8.5 mil, muchísimo más de los 500 millones de pesos que presuntamente ofreció al principio con desplantes plutocráticos de “los toman o los dejan” porque “litigaremos hasta el año 3000”. Dos sólidas referencias del presidente Andrés Manuel, la primera 8 de abril cuando informó en la mañanera que 15 grandes empresas tenían adeudos fiscales por 50 mil millones de pesos, cantidad que el SAT busca recuperar. Posteriormente, el organismo recaudador explicó que las deudas correspondían a ejercicios fiscales de 2018 hacia atrás.
Y Walmart cedió, Alsea se mantiene en rebeldía desde febrero en el pago de 3 881 millones de pesos requeridos por el SAT por la misma operación de compraventa, pero el consorcio restaurantero se niega a cubrirlo bajo el argumento de que “cuenta con elementos suficientes para demostrar que la liquidación realizada por el SAT es improcedente… y que Alsea ha cumplido en tiempo y forma con sus obligaciones fiscales respecto de la operación de compraventa mencionada, por lo que no se está creando una provisión al respecto.”
Veremos. Lo que está sumamente claro es que los tiempos en que México era un paraíso fiscal para la plutocracia azteca y global, “los que se sentían los dueños del país” (AMLO, dixit) corresponden al pasado, al ciclo 1982-2018, e incluso mucho antes; ahora las empresas del grupo Carso y América Móvil pagan los impuestos por adelantado debido a la pandemia, causada por el microscópico bichito que puso al mundo entero “patas arriba”, como reseñaba Galeano (el bueno, no su caricatura tamaulipeca de Tampico), el gran escritor uruguayo.
Son recursos que cuando escasean en plena pandemia adquieren un valor todavía mayor para evitar más endeudamiento externo de México, a favor del que puja una parte de la plutocracia azteca, los organismos económicos y financieros internacionales (FMI, BM, BID, OCDE y las calificadoras que nadie califica) de control y supeditación de los países en vías de desarrollo y las naciones industrializadas que no constituyen hegemonías, así como los escandalosos y poco influyentes –en la base de la pirámide social– intelectuales orgánicos del gran capital. Leo, por ejemplo, que la talentosa Edna Jaime confunde sus respetables deseos con la terca realidad al advertir que López Obrador cada día “se queda más solo” y con torpeza intenta amarrar navajas con la jefa de gobierno de la Ciudad de México.
Mientras el tabasqueño de Macuspana hace todo para agotar los medios e instrumentos legales que impidan endeudar a México, el gobernador Enrique Alfaro obtuvo la autorización de la comisión de Hacienda del Congreso de Jalisco para tomar otro préstamo por 6 mil 200 millones de pesos, el segundo crédito con el que la deuda subirá a 12 mil millones de pesos.