Que mueran ellos, yo estoy en cuarentena*

Que mueran ellos, yo estoy en cuarentena*

Foto: Enfoque

Don Gonzalo tiene 60 años. Lleva 48 de estos trabajando en el sector de la construcción, en  la especialización en mantenimiento. Mientras acude a su trabajo en la zona de Esteban de Antuñano siente un fuerte dolor en su garganta, en su pecho.

 

“No tengo COVID-19, no conozco a nadie que tenga”, piensa mientras contiene un ataque de tos. Al bajar de la combi, ya sin gente que le vea, comienza a toser sin control.

 

Es abuelo de la pequeña Rocío. Ya no tan pequeña. Su hija mayor la tuvo a los 18 años, por lo que Chío es como su hija más pequeña.

 

El “inge” Gabriel es su jefe. Trabaja para una empresa grande que tiene a su cargo a diversos contratistas, arquitectos, ingenieros en diversas áreas y demás profesionales de la construcción. La empresa ha sido responsable de muchos de los nuevos desarrollos en la zona limítrofe entre Puebla y San Andrés Cholula.

 

Ahí va Don Gonza, caminando mientras se agarra el pecho. No le preocupa que le escuchen toser en el trabajo. Su jefe directo, el “inge”, la jefa de él, “la lic”, y el jefe de ella, el “inge, inge” están resguardados en su casa, cuidado la cuarentena.

 

Son de los que suben a las redes sociales mensajes comparativos y de ataque a quienes no pueden quedarse en casa. “Inconscientes, nos van a contagiar a todos”. Sus trabajadores siguen acudiendo a construir, a concluir los proyectos; total, “están separados, trabajan en distintas habitaciones o plantas de la casa, no se van a contagiar entre ellos”.

 

Don Gonza vive en Amozoc. Todos los días viaja a Puebla para cumplir su trabajo. Hace desde plomería hasta conexiones de electricidad y herrería, “es usted un chingón”, le dice su chalán constantemente.

 

Pero el viernes no se lo pudo decir, ni el sábado. Don Gonzalo ya no puede trabajar por el dolor fuerte en la garganta que no le deja pasar bocado. Apenas puede hablar y le dice a su sobrina por teléfono: “no, no es COVID-19”. Y ella cuelga y ruega porque en efecto no lo sea.

 

El sector de la construcción está en desaceleración, aunque no totalmente detenido. Algunas de las constructoras e inmobiliarias siguen trabajando mientras mandan a otros “don Gonzalos” a las zonas de Lomas de Angelópolis, Zavaleta, Esteban de Antuñano y otros puntos de Cuautlancingo.

 

Adentro de los fraccionamientos o casas que construyen, no hay autoridad que revise a las empresas si cumplen con la sana distancia en el trabajo de sus empleados.

 

El presidente Andrés Manuel López Obrador y el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, advirtieron este fin de semana de un posible rebrote de COVID-19; sin embargo, sus acciones resultan contradictorias: por un lado, advierten del rebrote, pero insisten en abrir la industria, tanto la manufacturera como la de construcción.

 

En contraparte, el gobernador Luis Miguel Barbosa consideró que es grave abrir de manera escalonada los sectores y, por ello, a través de un decreto, retrasó dicho arranque de motores económicos.

 

Barbosa Huerta explicó en su documento que su decisión responde al alto número de contagios que persiste en el estado, cuya curva epidemiológica está en su punto más alto.

 

“Lo peor está por llegar. La tasa de letalidad del virus en el estado de Puebla está en 19 %. No obstante, quien muere causa un 100 % de dolor en la familia”, dijo el gobernador y agregó que debe priorizarse la vida sobre la economía.

 

Pero no es el caso de Don Gonzalo. Su niña Chío le abraza y le dice “te vas a poner bien abuelito”. Él espera que no sea COVID-19 por el trabajo, el bendito trabajo que ha sacado a su familia adelante a costa de su salud, de su sudor y de sus lágrimas. Más no pudo hacer cuarentena. De haberlo hecho, todo se habría derrumbado.

 

A 20 kilómetros de su hogar, en una casa de un residencial, la esposa del “Inge, inge” escribe en Twitter: “Qué inconscientes. Cómo van los camiones tan llenos. Bueno, yo no me subo, los veo. Qué no van a guardar la sana distancia”.

 

Mientras escribe el tuit, se lo lee a su marido. Él sonríe y piensa: “gente ignorante”.

 

Don Gonzalo le acaba de mandar un mensaje para decirle que este lunes no irá a trabajar, pero sus proyectos de construcción siguen adelante. Mientras él y su familia no se contagien, qué más da. Siempre habrá otros chingones con quienes remplazar a “Don Gonza”.

 

*Crónica narrada con testimonios de Don Gonzalo que trabaja en el sector de la construcción en un proyecto en Esteban de Antuñano. En caso de que no sea COVID la enfermedad que tiene, espera volver al trabajo y por eso Imagen Poblana reservó su nombre completo.

 

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