El presidente Andrés Manuel fue sumamente claridoso con los inversionistas de México y la aldea que pujan por imponer sus intereses mercantiles al defender contratos leoninos que obtuvieron en el sector eléctrico durante los gobiernos del capitalismo neoliberal –inexistente para su propagandista Sergio Sarmiento–, al establecer que aunque “compren inserciones pagadas en todos los diarios del mundo” –en referencia a las publicadas en The Wall Street Journal, The Washington Post, The New York Times, Financial Times y El País–, no dejará de defender el interés nacional.
También dejó en claro a pregunta expresa de Arturo Paramo –favor de no confundir con el bufón de David, quien primero lo fue de Luis Enrique Mercado, después de Maricamen Cortés y ahora de Ciro Gómez–, que por supuesto que está en la mejor disposición de negociar las nuevas reglas del juego con los inversores extranjeros (como la muy favorecida Iberdrola) y mexicanos.
En materia de negociaciones el presidente y su equipo son extraordinarios, como lo pone en relieve los 4 500 millones de dólares que le ahorraron a México al renegociar con dos empresas constructoras de ductos que expoliaron al erario. O bien las trasnacionales que al parecer como Walmart, se negaban a pagar 50 000 millones de pesos al Sistema de Administración Tributaria y la mayoría negoció y la empresa de los Walton empieza a recular en su oferta de entregar 500 millones de pesos como “los tomas o los dejas” porque litigaremos “hasta el año 3000”.
Como fue evidente en Tercer Grado (Las Estrellas, 20-V-20) el tiempo para el debate en serio ya se agotó. Sarmiento y Leo Zuckermann muestran que es la hora de la defensa cerrada de los intereses de las trasnacionales energéticas, de enfrentar el proyecto de revisión de los términos leoninos en que fueron suscritos los contratos, así tengan que exhibirse como propagandistas de un modelo económico en crisis desde antes de la pandemia y que empobreció a las mayorías y concentró la riqueza global en sólo el 1%.
Lo hacen con una defensa intransigente de la inversión extranjera pero ocultan que ésta sigue a la alza en México, con todo y cancelación del aeropuerto de Texcoco, la cervecera de Mexicali que, entiendo, negocian los inversores con el gobierno federal la nueva ubicación, las empresas de los ductos gaseros y ahora las eólicas. Como si todo estuviera en litigio. Se trata de joder, incluido el profesional de las voladas (noticias falsas) Raymundo Riva Palacio, no de explicar o persuadir porque hasta se ponen tensos y solemnes sin registrar que su credibilidad está pronunciadamente a la baja.
Por más que López Obrador aclara que “No es nacionalización; es defender el interés nacional, entender que por encima del interés particular o de grupo, por legítimos que sean, está el del pueblo y el de la nación”, que son medidas para reordenar el sector eléctrico y no forman parte de un proceso de “estatismo”, sino que buscan poner fin a los “jugosos negocios” que se realizaban a costa de la Comisión Federal de Electricidad, los intelectuales orgánicos como Gabino Barrera “no entienden razones” pese a que no andan en la borrachera etílica, pero acaso sí en la ideológica y mercantil de los grandes corporativos y sus accionistas que actúan como propietarios del país, AMLO siempre matiza que “se sentían los dueños de México”.
Serán entonces los tribunales, de aquí y de allá, y la firmeza del gobierno y la sociedad que privilegia el interés nacional y es la mayoritaria, entre otros factores, los que incidirán en la decisión final.