Uno de los más recurrentes problemas que tiene el presidente Andrés Manuel con sus muy exitosas mañaneras es que sus informaciones y opiniones son tomadas al pie de la letra, como si hablara dios padre, además de sacarlas de contexto para refutarlo. Lo que forma parte de la batalla mediática y propagandística, aparte están las campañas de noticias falsas, denominadas por la Organización Mundial de la Salud como infodemia, tan peligrosa y dañina como la del Covid-19.
Dos ejemplos. Como presidente electo López Obrador visitó Radio Centro donde lo entrevistó Carmen Aristegui quien pretendió imponerle el compromiso de una consulta ciudadana para someter a proceso a los expresidentes de México con fecha fija, lo que eludió AMLO y al concluir remató: ¿Sabes por qué acepté? Porque te respeto mucho. Con los meses quedó claro que aquella es una de las frases usuales y que de otra manera se lo dijo a René Delgado…
Al responder a una pregunta del enviado de Proceso a Palacio, Obrador terminó su respuesta con “pórtense bien”, el colega se puso la camiseta del semanario, se dio por ofendido e intentó refutar al tabasqueño de Macuspana. La expresión entrecomillada es una de las más usuales del madrugador que lo mismo responde las preguntas afortunadas y las fuera de lugar de los reporteros –algunos formulan hasta cinco y lo interrumpen sin solicitar el uso de la palabra y otros ni siquiera se ponen de pie–, las denuncias y peticiones de activistas sociales y de las redes, gira instrucciones a integrantes de su gabinete, que se dirige a las robustas audiencias variopintas.
En rigor no es una conferencia de prensa aunque así la llamen y allí se localiza buena parte de los peros que con razón muchos colegas ponen, mas sería pertinente reflexionar sobre la diversidad de propósitos y si no es sumamente complicado armonizar tantos sin quedar mal con uno. No se puede pedir peras al olmo, como lo hace Irving Pineda que desea conferencias para “periodistas titulados” que laboren en medios convencionales, con una hora de duración, cuando el joven de ADN 40, del atrabiliario Ricardo Salinas, confunde formular un par de preguntas con una entrevista exclusiva.
Otro problema que genera debate es si AMLO tiene derecho de réplica, como cualquier ciudadano o por ser presidente carece de esa y otras garantías individuales, como insinúan analistas que forman parte del amplio círculo de los damnificados de la pauta publicitaria y el rating, ellos y los corporativos para los que laboran.
Para Ana Cristina Ruelas –directora de Artículo 19–, López Obrador puede “ejercer su derecho de réplica. Pero la réplica no es la nulificación, la criminalización ni el estigma. No es cancelar al periodista o al mensajero. Es generar argumentos para que la ciudadanía tenga los suficientes elementos para decidir qué es lo que quiere creer y cómo es que quiere participar”.
La generosa Ana Cristina reconoce que AMLO no sólo tiene obligaciones sino también derechos, pero no le gusta el lenguaje político que forma parte del estilo personal de gobernar. Y el 22 de abril le exigió que se abstenga de emitir discursos estigmatizantes.
“Estigmatizar. Verbo transitivo. 1. Ofender la fama, el honor o la dignidad de una persona. 2. Marcar a alguien con un hierro candente”. Supongo que la segunda acepción no aplica en la denuncia de Ruelas. ¿Qué tiene de estigmatizante usar conceptos como conservador, derecha, neoliberal, neoporfirista y otros de uso ordinario en el discurso presidencial y que emplea desde 1988?
Por supuesto que “El papel de los medios y de los periodistas es informar, investigar, preguntar una y otra vez cuantas veces tengan que hacerlo” (Balbina Flores, de Reporteros sin Fronteras). Algunos forman parte del oligopolio mediático, otros son dueños de México y se encuentran en rebeldía porque está en vías de concluir el ciclo histórico de la subordinación del poder político al económico, financiero y criminal, de los que pocos colegas se ocupan.
México necesita un ejercicio periodístico más profesional, que investigue a los poderes institucionales y también a los fácticos, que no se haga de la vista gorda frente a éstos y no agarren al presidente de “péguenle al negro”. Como lo hacen los Claudio X. González con su ONG Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.
No encuentro estigmatización presidencial en el siguiente juicio que puede ser equivocado, pero jamás me atrevería a negarle el derecho a expresarlo a ningún mexicano ni extranjero: “no hay en México un periodismo profesional, independiente… No digo objetivo porque eso es muy difícil, la objetividad es algo muy relativo; pero ético, estamos muy lejos de eso”.