Nuestro país está en ruta de colisión. Y la oposición es incapaz de unirse.
Siempre he creído que la defensa de las ideologías políticas destruye más a un pueblo en lugar de unirlo.
La precisa y certera matemática, convertida en economía cuando se le atribuyen variables sociales, nos advierte que Andrés Manuel López Obrador nos va a llevar a una crisis sin comparación.
Y la crisis será social y económica.
Considero, bajo el amparo de la ciencia social, que es el peor presidente que hemos tenido en los últimos veinte años.
La transición política es la opción que tenemos en los gobiernos con un sistema democrático partidista.
Por ello me parece fundamental que exista un contrapeso serio a las terribles decisiones del presidente.
La puntada que hoy se avienta la Coparmex de nombrar a Javier Lozano Alarcón como su vocero es el ejemplo claro de por qué los votantes eligieron y elegirán a Morena en 2021.
Más allá de las capacidades intelectuales y musicales de Lozano, como político representa lo peor del sistema tradicional.
En Harry Potter, Sirius Black recomienda a Hermione Granger no juzgar a las personas por cómo tratan a sus iguales, sino cómo tratan a sus inferiores.
Lozano Alarcón es un tipo agradable y culto con empresarios, periodistas nacionales o artistas.
Pero fuera de su círculo cercano es déspota, arrogante, ofensivo e incluso agresivo.
La presunción de su dinero, educación privada y alcurnia siempre forman parte de su discurso de ataque contra opositores.
Arrogante, presuntuoso y poco caballero, dista mucho del Lozano Alarcón que seguro bromea con Joaquín López Doriga o que come con Gustavo de Hoyos, líder de COPARMEX.
Entiendo por qué le nombraron. Le consideran un debatiente aguerrido. Falso, le hace falta la seducción, la inteligencia creativa y humorística que podría utilizar en sus palabras para evidenciar a sus rivales en alguna polémica.
Recuerdo el debate que sostuvo en su candidatura por el Senado en 2012. Evasivo en las preguntas, duro en los ataques. Molesto, con ira, contestaba a los cuestionamientos de Enrique Cárdenas, entonces moderador.
Eso no es debatir, eso solo es hablar con rabia.
El debate elegante, inteligente, tiene que forzosamente mostrar la amabilidad del personaje. Y en esa amabilidad, exponiendo algo que incluso confronta, se muestra la grandeza del ser humano.
Esa humanidad es la que esperan los mexicanos.
A nuestros hermanos, sobre todo a los que aún simpatizan con Andrés Manuel, les urge escuchar un discurso auténtico, generoso, humano pero al mismo tiempo confrontativo, que desde la inteligencia evidencie las fallas de Morena, pero también reconozca los defectos de un sistema que ha dejado a personas en la calle y a niños muertos en las balaceras.
Por eso Coparmex, el CCE y muchos otros organismos empresariales y líderes políticos de cuna de oro no entienden cómo AMLO alcanzó a ganar la elección, evidenciándose en los debates como el más ignorante de los candidatos.
No alcanzan a ver que a todos los aspirantes les faltaba humanidad y Andrés Manuel, al menos en apariencia, sí la proyectaba.
Cuando nuestros hombres del dinero alcancen la humanidad en sus decisiones, no solo tendremos una mejor oposición, sino a mejores empresarios.