Con la 4T más de lo mismo, pero peor

Con la 4T más de lo mismo, pero peor

Llegó el nuevo régimen de los morenos sin idea de Estado, de gobierno, de objetivos. La tragedia mexicana se desarrolló sobre esta falacia. Nunca se tuvo idea de nada, ni de las prioridades básicas, sobre las que debe erigirse la capacidad, la visión de fondo, las estructuras elementales de cualquier cambio. Nadie sirvió para nada.

 

Las primeras tres cosas que todos esperaban jamás llegaron. Primero, encarcelar a los grandes traidores; segundo, presentar un programa básico de seguridad pública, fracasó antes de nacer; tercero, delinear los principios esenciales de cualquier gobierno...

 

... el modelo de desarrollo sobre el que tenían que privilegiarse las actividades agroindustriales y las cadenas productivas, para después pensar en el impulso a la industrialización, a la educación digital y moderna, a la modernización de los aparatos de salubridad general, a la lucha contra las profundas desigualdades de nuestro país.

 

Todo fracasó. Nunca se tuvo conciencia de lo que tenía que hacerse desde el poder prestado y obtenido por chanchullos acordados con el pasado neoliberal de Luis Videgaray. Se defraudó la confianza del pueblo que votó por el cambio, hastiado de corrupción, molicie, despilfarro, ignorancia. Se traicionó el voto popular. Todo, por el capricho de sentarse un rato en el sillón presidencial, “embrujado”, decía Emiliano Zapata.

 

Frente a una hecatombe social que no tiene perfil predecible

 

La historia de siempre y también de los últimos años de supuesta democracia: lo único que cambió fue la cantidad de personitas sentadas en los sillones del mando, los mismos que antes ocuparon otros sujetos de diferente compromiso, pero de la misma ralea.

 

Transferencia y sustitución, no alternancia, un fenómeno mediático que hizo creer a la población que de un día para otro iba a amanecer más rica, más democrática, más poderosa, más informada. La realidad es que a los pocos meses, todos estamos más pobres que antes, y estamos frente a una hecatombe social que no tiene perfil predecible. Sólo que un día podemos agarrarnos a pedradas en cualquier callejón, en cualquier camino, en cualquier ranchería.

 

Y es que todos estamos hasta la madre. La tirada del gobiernito que quien sabe si ganó a la buena, es administración sin salida, gobernados jodidos para siempre.‎ Las encuestas serias de aprobación lo demuestran a diario: el apoyo a la figura y a la gestión del hombrecillo ronda el 35%, una cifra antes alcanzada por odiados y gentuza de la peor estofa.

 

No cambió el poder real, solamente se perdieron los controles

 

La realidad es que no cambió el sistema, pero el país si perdió para ahora y para siempre la cabeza tradicional, el árbitro, el conciliador, la última instancia de negociación, el ejecutor mágico, el solucionador de lo que no admitía demora, encarnado antes en el Primer Mandatario.

 

La realidad es que no cambió el régimen, pues la estructura política sigue siendo herencia de Benito Juárez, Porfirio Díaz y de Plutarco Elías Calles. No cambiaron las instituciones, sólo se erosionó bestialmente su credibilidad y se aterrorizó a todos los creadores de empleo, a todo aquél que tuviera dinero y no desparramara la copa.

 

‎No cambiaron las pautas de conducta de los gobernantes, sino que su visión estrecha del mundo pasó a depender de pandilleros ideologizados que finalmente están al servicio de los peores entre los peores.

 

No cambió el poder real, solamente se perdieron los controles‎ y se pulverizó su contundencia frente al mundo, se agotó a límites de precipicio el crédito exterior de México. La deuda soberana ha sido calificada como basura, y pronto el Imperio querrá hacerla efectiva vaciando los caudales de la reserva monetaria que ya tienen en Washington avalando al dólar.

 

Los integrantes del G20 se ríen de nuestro aldeanismo y soberbia

 

No cambió nuestra ubicación en el mundo, sólo se empeoró, por entreguismo absurdos de soberanía cotidiana, la relación diplomática con nuestro vecino y socio más influyente del abarrote. Al mismo tiempo, se perdió cualquier oportunidad futura de establecer estrategias de desarrollo con los países emergentes y ricos de la Tierra...

 

... pues se dieron cuenta de nuestra pequeñez y se negaron a ser arrastrados por esta aventura sin pies ni cabeza.‎ Por eso quedamos solitos en el mundo, sin posibilidad de acudir a nadie, menos cuando el Caudillo insiste en convertir en conferencia mañanera una intercomunicación mundial con los líderes del G20.

 

Al darles trato de tiangusitas, el Caudillo les demostró de que está hecho, y todos volvieron a reírse de su aldeanismo y de su soberbia.

 

No cambió el régimen de partidos, sino que las organizaciones sociales se sumieron en un profundo descrédito y libraron interminables guerras intestinas por controlar padrones abrepuertas.

 

No se abatió la corrupción, no se mejoró un ápice la seguridad; creció la irritación ciudadana y los factores de inestabilidad, como la guerrilla, el narcotráfico, el crimen organizado, los ajusticiamientos, las vendettas entre mafias hicieron trizas al país.

 

La tragedia está anunciada por el enorme daño que han causado

 

El engaño presidencial cotidiano desde Palacio Nacional enfrenta a los sectores, a los gremios, a las clases, a confundir metas con estrategias, principios con ilusiones, objetivos con fantasías sin sustento alguno.‎ El engaño presidencial funciona como bumerang contra las cabezas de los ilusionistas.

 

‎La tragedia está anunciada por propia voz de los renuentes que todavía no se dan cuenta del enorme daño que han causado, y para remediarlo hablan de guardaditos de medio billón de pesos, algo que sabemos que no existe desde que el de Hacienda se puso a presumirlo porque le urgía tomar posesión.

 

No hay un solo quinto disponible, porque también en el Imperio ya nos midieron. La aldea global no se inventó para convivir con la miseria que pregona y persigue el hombrecillo. La única realidad es que no están con ellos porque no tienen con qué.

 

‎Y no pueden los morenos estar contra ellos, porque todavía no saben de qué se trata el juego en las grandes ligas. Ellos son llaneros y p'acabarla de chingar presumen de ser pobres... e inmunes a cualquier desgracia. Creen los vulgares villanos que tienen estatura de héroes.

 

El retrato perfecto de la ruindad, acompañado de una mediocridad supina y ofensiva. Altanera y despreciada. Aparentemente soberbia, pero siempre ridiculizada.

 

Y así no se puede.

 

¿No cree usted?