Con el manido recurso de llamarlas teorías de la conspiración para descalificarlas y así ahorrar cualquier esfuerzo de reflexión, los analistas y expertos rehúyen ponderar las hipótesis que en torno al Covid-19 ponen en entredicho a la geopolítica imperial del norte, donde fueron educados y obtuvieron posgrados y ahora reciben invitaciones de diverso tipo.
Y menos hoy que tras la irresponsable y muy tardía reacción de Donald John Trump, millones de estadunidenses y sus vecinos de Canadá y México pagan las consecuencias de un discurso que minimizó al extremo la pandemia, igual que lo hace respecto al calentamiento del planeta. Por eso el magnate inmobiliario se refugia en el estribillo “virus chino” y es señalado de racista y reacciona iracundo contra algunos de los reporteros que cubren la Casa Blanca.
Comprensible, pues, las opiniones subordinadas de Mauricio Meschoulam y Leo Zuckermann al escudriñar los alcances geopolíticos de la pandemia que hasta el sábado cobró la vida de 13 048 personas, 1 000 millones están aisladas, 307 278 contagiadas y 92 373 recuperadas. Mientras que en México solamente son reportados 251 casos de Covid-19, lo que representa un incremento de 48 casos en 24 horas, los sospechosos suman 697, el número de negativos alcanzó 1 463 y por fortuna únicamente hubo dos defunciones.
El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, reconoció el papel desempeñado por el gobierno del presidente Andrés Manuel, pero la oposición hace discursos demagógicos como el senador Emilio Álvarez Icaza, el pequeño, con el aplauso entusiasta de Dante Delgado y Patricia Mercado. Mas José Narro Céspedes le espetó a Emilio: “Y tú, qué haces”. Por ello atinó Rayuela de La Jornada: “Qué importa que la OMS reconozca el desempeño de México si aquí los que saben qué hacer son los comentócratas nacionales y extranjeros y siete vociferantes sueltos. ¿Sueltos?”.
Volvamos al tema. La agencia Hispan Tv, citada por el portal Resumen Latinoamericano, informó que el portavoz Zhao Lijian, de la Cancillería de China advirtió que “todo apunta a que el Ejército de Estados Unidos podría haber llevado el coronavirus a la ciudad china de Wuhan”, que fue la más afectada por el brote epidémico.
Lijian advirtió que el 11 de marzo el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, Robert Redfield, confesó que algunos estadunidenses que aparentemente murieron de influenza tuvieron un resultado positivo para el nuevo coronavirus en el diagnóstico póstumo, mucho antes que apareciera en China.
Según Lijian, el estadunidense Redfield dijo textualmente durante una sesión (11-III-20) en el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes “que muchas muertes por supuesta influenza en Estados Unidos se infectaron en realidad con el coronavirus que luego apareció en China”. Y concluyó el portavoz: Es “absolutamente incorrecto e inapropiado” llamar el virus como el “coronavirus chino” cuando su origen es en realidad en Estados Unidos, es decir el “coronavirus USA“.
Cierto, falso o a medias, lo que llama la atención es la indisposición de analistas y comentócratas a investigar la hipótesis, incluidos los que estiman que el concepto imperialismo yanqui es ficción ideologizada. Y quien tenga dudas que cierre los ojos y se tape los oídos frente a la criminal negativa del Fondo Monetario Internacional a otorgarle un crédito al gobierno de Venezuela para afrontar la pandemia, por supuesto que pagando intereses. O bien la relección de Luis Almagro como secretario general de la dividida y confrontada Organización de los Estados Americanos, candidatura impuesta por el Departamento de Estado.