Un equipo de científicos neozelandeses ha descubierto que los loros pueden valorar probabilidades y cuentan con una especie de lógica muy particular. Hasta ahora se creía que solo los humanos y varios primates eran capaces de realizar deducciones estadísticas. Su investigación puede impulsar el desarrollo de la inteligencia artificial.
Los científicos Amalia Bastos y Alex Taylor de la Universidad de Auckland realizaron una serie de experimentos para investigar las habilidades del intelecto de los loros kea, nativos de Nueva Zelanda.
Durante la primera prueba enseñaban a los Nestor notabilis dos recipientes que contenían un número diferente de fichas de color negro y naranja. El investigador sacaba una ficha de cada recipiente sin enseñar su color al ave, que debía señalar con su pico a una de sus manos. Si al ave le tocaba una pieza negra, recibía comida; si adivinaba una naranja no recibía nada. De esta manera los pájaros aprendían a hacer una elección basándose en la probabilidad de que les tocase la ficha que les permitía comer.
Posteriormente los investigadores pusieron un número diferente de piezas negras y naranjas en cada recipiente e intentaron comprobar si los loros solían tomar una decisión basándose en las frecuencias relativas o estimaban la cantidad absoluta de fichas de cada color.
Durante la segunda prueba los científicos colocaron el mismo número de piezas de ambos colores, pero dividieron cada recipiente con ayuda de un obstáculo físico de tal manera que el número de fichas negras en el primer vaso superase al que había en el otro. Dado que el científico podía extraer solo las del sector superior del recipiente, los keas tenían que valorar el porcentaje de fichas negras en cada vaso.
Finalmente los científicos pusieron a prueba la capacidad de las aves de distinguir a un investigador bueno que siempre metía la mano en el vaso que contenía el mayor número de fichas negras.
Los pájaros aprendieron a elegir el recipiente que contenía el mayor número de fichas negras tras haber realizado en promedio unos 120 intentos de adivinar el color de la pieza. Además, las aves consiguieron darse cuenta de que el porcentaje de las fichas de distinto color variaba en cada vaso tras haber realizado unos 66 intentos. Cuatro de las seis aves que participaron en el experimento empezaron a elegir la ficha correcta en los primeros 20 intentos. Lo que significa que hacían la elección basándose en la valoración estadística de las probabilidades y que no contaban la cantidad absoluta de fichas.
En el transcurso de la segunda prueba los loros pasaron a valorar el porcentaje de piezas negras en la parte superior de cada vaso tras haber intentado adivinar la ficha unas 27 veces. Durante el tercer experimento, tres de los seis keas consiguieron identificar a un investigador bueno del malo.
Este estudio, publicado en la revista Nature Communications, reveló que los keas saben sacar conclusiones en aquellos casos en los que existe una barrera física o se interactúa con los humanos. Como resultado, los autores sugieren que el pensamiento generalizado es una capacidad innata no solo de los primates y los humanos, sino de otras especies a medida que evolucionan. La nueva investigación señala que el desarrollo de la corteza cerebral de capas múltiples no es necesaria para tener un buen intelecto. Este descubrimiento tiene una gran importancia para el futuro desarrollo de la inteligencia artificial.