Un nuevo estudio encuentra una correlación entre los viajes espaciales a la Luna y la esperanza de vida. Las muertes prematuras de varios astronautas podrían tener algo que ver con el estrés que genera una misión al satélite vecino.
Los viajes a la Luna podrían pasarle factura a la salud de los astronautas. A esa conclusión ha llegado una nueva investigación que asegura que los que han visitado el satélite terrestre corren un riesgo dos veces mayor de morir prematuramente que la media de los astronautas estadounidenses.
"Dado que no hay una diferencia significativa en la duración de los vuelos y la dosis de radiación a la que están expuestos los astronautas que han volado a la Luna y los que no, se puede sugerir que este resultado es causado por el campo magnético considerablemente reducido de la Luna y que, quizás, esté favorecido por el fuerte estrés emocional que supone un vuelo interplanetario", concluyeron los expertos a cargo de la investigación.
El experimento se ha realizado para determinar el efecto que tuvo la estancia en la Luna en los 12 astronautas del Programa Apollo que la NASA llevó a cabo entre 1969 y 1972, momento desde el cual no se han enviado más misiones al satélite.
Para extraer estas conclusiones se hizo un análisis de diferentes grupos de astronautas americanos, entre los que se encontraban 36 astronautas que realizaron vuelos orbitales alrededor de la Tierra o un grupo de 23 astronautas que volaron a la Luna y de los que algunos permanecieron entre dos y 75 horas en el satélite, entre otros.
Los científicos explicaron que cuatro de los astronautas que volaron a la Luna murieron prematuramente. Hablamos de James Irvin y Ronald Evans, que murieron a los 56,5 y a los 61,2 años, respectivamente, por enfermedades del sistema circulatorio, y de John Swigert y Alan Shepard, quienes padecieron cáncer cerebral y leucemia.
Cabe destacar, por otro lado, que seis de los astronautas de este grupo fallecieron tardíamente: astronautas como John Young, Eugene Cernan, Neil Armstrong, Richard Gordon, Alan Bean y Edward Mitchell fallecieron entre los 82 y los 88 años.
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