Ya se observa también desde el exterior que en México hemos llegado al punto sin retorno. Por este camino no se va hacia ningún lado. Los que afirman lo contrario, aunque presuman de “otros datos”, es que realmente no han ido a ningún lado jamás en su vida. Es un momento político sin alternativas, y sin medicinas tradicionales. Las que había fueron devastadas.
La única política que ha funcionado en esta Cuarta Transformación es la de tierra arrasada. Gracias a una sola voluntad y a un solo dedo, lo demás ya casi no existe, o no se vislumbra cómo pueda existir. La liquidación del adversario ha corrido pareja con la extinción deliberada y expresa de cualquier posibilidad que pudiera significar una solución.
Un país con todas las herramientas jurídicas, económicas, de riqueza colectiva, con recursos humanos y técnicos altamente calificados, produce bandazos de estertor, asimila decisiones jaladas de los pelos, aguanta el sacrificio cotidiano con un estoicismo hacia las ocurrencias peligrosas que llegamos a pensar hace poco tiempo que habíamos podido superar.
Todos los campus están tomados por una pandilla sin compasión, por personajes que jamás nos imaginamos que pudieran tomar las riendas de una manera inopinada, desquiciada y sin brújula ni destino. Desafortunadamente aquí estamos, sin controles en el mando, sin equilibrios de poderes, sin saber hasta dónde podemos caer todavía.
La UNAM es el crisol donde desgraciadamente escogieron atacar
La última andanada es muy difícil de aceptar, pero es cierta. Con subterfugios, con medidas propias de sabotaje y de altanería, es el reflejo de lo que pasa en todos los ámbitos. Las tomas de instalaciones, escuelas e institutos de investigación universitarios son parte de una estrategia de arrase, para colocar a los favoritos.
Si en otros tiempos se descargaban las culpas en organizaciones democráticas, de izquierda comunista y de activistas formados en otras latitudes que atentaban contra el modo de ser de la Nación, hoy vemos que el futuro nos alcanzó de una manera abrupta y la culpa recae en aquellos descendientes de los que antes lucharon por las expresiones libertarias...
... y hoy combaten todo asomo de divergencia contra el absolutismo enmascarado de progreso. Sólo buscan colocarse en las posiciones que les reditúen beneficios para continuar disgregando y enfrentando a las clases sociales. La Universidad de México es el crisol donde desgraciadamente escogieron atacar.
En manos de la insensatez y de la improvisación sin límites
Las instituciones y empresas clave para sostener otra visión del desarrollo han sido invadidas por la ignorancia. Pemex, las secretarías que deberían producir alimentos, la misma UNAM, los organismos autónomos, la Judicatura, el Poder Legislativo, entre muchas otras, son ya pasto comestible de todas las fieras. Están en manos de la insensatez y de la improvisación sin límites.
El sistema político enseña la cara más feroz, los procedimientos más descarados para dar al traste con cualquier viso de esperanza. Las libertades políticas por las que tanto se lucharon, son un recuerdo olvidado. Llegaron los “salvadores” y, paradójicamente, de ésta es difícil que alguien pueda salvarse.
Los plazos de la supervivencia están vencidos. Las posibilidades de un mínimo acuerdo nacional están ya en el caño desde hace rato, precipitadas al vacío por los causantes del estropicio, aunque conocidos y reputados textoservidores se obstinen en negarlo. No quieren aceptarse ni las cuestiones elementales que nos han puesto al borde del precipicio.
La ideología reinante, la única, es el caprichato del Caudillo
La represión, la conculcación de libertades, la molicie, la arbitrariedad, la corrupción, los pésimos resultados de la economía de subsistencia han roto con cualquier posibilidad de acuerdo nacional.
Desafortunadamente, México, aunque se diga lo contrario, ha dejado de ser un país de mayorías y se ha convertido en uno que alienta dos minorías rapaces: la neoliberal y la de los aguiluchos chairos de la Cuarta Transformación.
Si antes se podía hablar de la posibilidad de alguna solución tomada de consenso por las formaciones políticas y se cuantifican los daños que ha causado al país el actual estado de cosas lamentables, se llega a la conclusión de la inviabilidad de cualquier acuerdo razonable.
La ideología reinante, la única que hay, es el caprichato. Si antes se hablaba de la viabilidad de un entendimiento que aprovechara los espacios institucionales en los que autoridades, organizaciones y ciudadanos pudieran llegar a un acuerdo razonable, lo menos que puede decirse es que ya no está en el tablero del panorama nacional. Sólo es parte de un catálogo de buenos propósitos.
En la IP engañan al Caudillo y levantan el santo y las limosnas
Si antes se pensaba en que la partición del Congreso, los partidos políticos, las fuerzas armadas, los medios de comunicación comprometidos con las mejores causas, las iglesias, los empresarios nacionalistas y los diversos liderazgos de la sociedad en torno de una idea común pudieran ayudar a fortalecer la necesidad de cambio para el crecimiento con justicia, ese tren ya pasó.
Las minorías reconocidas, sólo dos, los chairos y los empresarios enfebrecidos, luchan cada cual sólo para su santo. Unos, apuntalando el pensamiento totalitario, otros, engrosando sus carteras. Y aunque digan que van a salvar la infraestructura y el mercado interno mexicano, expanden sus inversiones en el mercado inmobiliario español y centroamericano.
Engañan al Caudillo y levantan el santo y las limosnas. O sólo que también el Caudillo forme parte de esa avanzada. Sólo esperan las nuevas rondas petroleras para que se les autorice seguir representando como testaferros a las explotadoras de energéticos. No falta mucho para que todos descubran su verdadero rostro.
Divisa: El anexionismo México – EU cumple ya varias décadas
El Ejército, desarmado por las necesidades de la Guardia Nacional, ya se olvidó de su papel en la seguridad nacional o como caravanas de los capos mafiosos, ahora están vestidos con las gafas de contratistas y con el overol de los obreros construyendo las obras faraonicas del Caudillo.
Eso, a pesar de que tenemos 450 generales más que China y 74 menos que los Estados Unidos. Se ha destapado el chorlito: la mayoría son de dedo, ni conocen el olor a pólvora, y son unos expertos en letalidad en despoblado, en depredaciones sin freno, en corruptelas de compras, en culiempinamiento con sus superiores de adentro y de afuera, en represión a los inferiores de toda la vida.
El anexionismo México – estadounidense cumple ya varias décadas como divisa fundamental del sistema político, si tal aberración puede llamarse así. Desgraciadamente, por lo que se ve, itamitas, harvardianos, bostonianos, emaitís, y chairos que se hicieron del poder desde la llegada de los neoliberales han arrasado con el país. Todos demostraron ser iguales, querer lo mismo: el dinero y el poder.
Por el poder, los Chicago Boys y los chairos se han dado la mano
A las cuarenta familias que manejaban todo el producto interno bruto, los esfuerzos y las utilidades nacionales, ya se han sumado otra decena más. Productos netos del peñanietismo y de la Cuarta Transformación también.
Por otro lado, cerca de sesenta y cinco millones de mexicanos están en la puerta del hambre.
Finalmente, por los resultados obtenidos y por las razones para hacerse del poder, los Chicago Boys y los chairos se han dado la mano.
¡Quién lo hubiera imaginado!
¿No cree usted?