Captura de Emilio “L”, breve respiro para AMLO

Captura de Emilio “L”, breve respiro para AMLO

Foto: Xinhua

La detención en España de Emilio “L”, extitular de PEMEX acusado por corrupción del más alto nivel, es una noticia que le viene muy bien al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en un momento en que pese a su todavía alta popularidad, la administración federal se ha visto ensombrecida por la crisis de inseguridad, las carencias en los servicios de salud pública, entre otros problemas nacionales.

 

Ni el sorteo del avión presidencial ni sus “llamativas” frases mañaneras habían alcanzado para devolver a AMLO al camino de la transformación nacional que él mismo prometió. A más de un año de gobierno, las cosas parecen no avanzar como se esperaba, así que la captura de Emilio “L” representa una bocanada de aire fresco que López Obrador deberá aprovechar muy bien, ya que a esta telenovela de combate a la corrupción le quedan muchos capítulos por delante.

 

En primer lugar vale recordar que Emilio “L” se le escapó a las autoridades mexicanas. Tuvo razón su abogado hace algunos meses cuando sentenció “no lo van a encontrar”, ya que fueron las autoridades españolas las que lo aseguraron. En efecto, la Fiscalía General de la República hizo los movimientos internacionales para rastrearlo, pero el hoy capturado se evadió gracias a filtraciones y errores cometidos por las autoridades mexicanas, que de ninguna manera pueden volver a suceder.

 

No hay que olvidar que Emilio “L” será extraditado hasta que el gobierno mexicano haga un pedido consistente ante el español, y solo saldrá de aquel país para ser juzgado por los delitos que motivaron la búsqueda internacional. En otras palabras, México deberá fundamentar perfectamente los señalamientos de corrupción y lavado de dinero si quiere que pise la cárcel aquí.

 

Probar los delitos no debería ser difícil, ya que a diferencia de los casos Robles, Collado y Duarte, Emilio “L” es un eslabón de un esquema de corrupción internacional llamado Odebrecht, y la compra de propiedades multimillonarias de contado, así como el ocultamiento de cuentas bancarias, deberían ser un peso suficiente para hundir al excoordinador de campaña de Enrique Peña Nieto.

 

El verdadero problema para el gobierno de López Obrador será que esta llamativa detención le alcance para redimir algo de su popularidad perdida. Y es que si bien millones de mexicanos lo eligieron como un manotazo contra los políticos que se tapaban unos a otros su indolencia y enriquecimiento abusivo, la situación actual del país es otra y puede que el ciudadano común esté más interesado en tener seguridad y dinero en su bolsillo, que en ver tras las rejas a un dandy que no devolverá todo lo malhabido.

 

Cierto, los mexicanos exigen justicia y quieren ver caer a esa clase política que antes era intocable, cuyos miembros obtenían en un par de años lo que cientos de familias no verían en siglos. Sí, que caiga Emilio “L” y su proceso acerque un poco más a un expresidente a la cárcel. Por supuesto que deben de pagar los que sangraron las instituciones nacionales, pero la gente quiere que el ánimo de justicia se aplique también contra aquellos que hoy no están siendo molestados, con la cuestionable política de “abrazos y no balazos”.

 

Poco impactará la detención del extitular de PEMEX si no se actúa con firmeza contra el narcotráfico, los cárteles del huachicol y los salteadores de caminos, delincuentes que se ríen de la Guardia Nacional por la actual política presidencial de cero enfrentamientos.

 

De nada nos sirve que vaya preso un corrupto, si los cientos de millones de pesos que robó no aliviarán la crisis económica personal que vive la mayoría de los mexicanos. Enhorabuena, pues, por este alivio para la presión que experimenta la administración de AMLO, pero transcurrido el impacto mediático, los problemas que desacreditan al sexenio desgraciadamente seguirán ahí.

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