Aunque en los últimos días nos ha mantenido preocupados el aumento de las infecciones y muertes por el nuevo coronavirus de origen chino (2019nCoV), simultáneamente se desarrolla una situación más problemática y mortífera al oriente del continente más empobrecido del mundo, que reclama nuestra atención para hacer un llamado urgente a la comunidad internacional.
Se le conoce como “Cuerno de África” a la región oriental que conforman los países de Somalia, Djibouti, Etiopía y Eritrea, en algunas ocasiones se incluye a Kenia, Sudán y Uganda; tiene litorales con el océano Índigo, el mar Rojo y el mar Arábigo. A pesar de su cercanía con la península arábiga (apenas 26 km. por el estrecho de Bab el-Mandeb), altamente rica en petróleo, el contraste es abismal. Su posición es estratégica y por ello ha tenido el interés histórico de países como Estados Unidos y Alemania (al frente de toda la Unión Europea) que han participado de la invasión y del saqueo.
El tamaño de esta zona es de unos 4.5 millones de kilómetros cuadrados (el doble del territorio mexicano o el equivalente al de Europa occidental), alberga a casi 200 millones de seres humanos, la mayoría dedicada a la agricultura y en vastos territorios son semi-nómadas. De todos ellos, el país más pobre es Somalia, territorio conformado por antiguas colonias de Italia y Francia y que en 1992 se colocó en los reflectores mundiales por una terrible hambruna.
Cuando Somalia obtuvo su independencia en 1960, se propuso la reunificación del territorio sin éxito, pero durante la guerra fría el acercamiento con la Unión Soviética (URSS) permitió una etapa de prosperidad y crecimiento que reunificó al país en un Estado Socialista. Estados Unidos intervino y financió grupos separatistas alimentando una guerra civil a finales de los años ochenta, (de la misma forma que hoy lo hace en Libia, Siria, Afganistán o Venezuela). A la disolución de la URSS la separación del territorio se materializó en 1991; un año después estalló la hambruna.
Sudán tiene una historia similar, su desgracia también tiene el nombre de Estados Unidos. Por su cercanía con la Somalia aliada de la URSS, se convirtió en el segundo país africano que recibió más “ayuda” económica, sólo después de Egipto. EUA construyó cuatro bases militares. En 1985, en medio de la crisis de deuda de los países pobres, el Fondo Monetario Internacional (FMI) obligó al país a una política de ajustes que acrecentó la pobreza y desencadenó en una hambruna que tumbó al gobierno. Desde entonces no hay gobierno estable y el país se ha dividido en cuatro territorios de forma intermitente.
Les llaman estados fallidos o “frágiles” y su población padece penurias extremas. Entre 2011 y 2012, última gran hambruna, murieron en Somalia 260,000 personas; actualmente se calculan unos 400,000 niños en desnutrición severa lo que representa el 60% de los infantes. En Etiopía hay más de medio millón de personas en desnutrición, el 80% son niños; en Sudan la cifra llega a 1.6 millones. En total, en la región hay más de 70 millones de personas en situación precaria de alimentación, al menos 40 millones podrían morir en una situación similar a la ocurrida en 2011, lo que representa el 20% de la población de la región.
Hoy el cuerno de África enfrenta una situación que podría ser peor a la del pasado. Algunos ya le llaman la mayor sequía en 50 años. No obstante, hace un par de años, entre 2017 y 2018, la región enfrentó abundantes lluvias, la humedad y las altas temperaturas crearon el ambiente propicio para que se reprodujeran langostas a gran escala. La sequía actual ha estimulado la migración de las langostas hacia zonas menos áridas por lo que están invadiendo campos de cultivos de Somalia, Etiopía, Sudán y Kenia, zonas rurales en las que habitan 15 millones de personas, todas en vulnerabilidad alimentaria.
La siguiente gráfica muestra el porcentaje de población de África Oriental que vive en condiciones de extrema pobreza medido por un ingreso de 1.90 dólares al día (dólares constantes a precios de paridad de poder adquisitivo de 2011=100). Se observa como después de las hambrunas de 1992, 2004 y 2011 la pobreza aumentó significativamente. Estos datos la convierten en la segunda región más pobre del planeta, sólo después del África subsahariana.
Elaboración propia con datos de Banco Mundial
El cuerno africano requiere al menos 70 millones de dólares para combatir la plaga de langostas, de no actuar con presteza la reproducción de los insectos duplicaría el enjambre para la primera semana de febrero. El daño del enjambre y la sequía dejarían sin alimento suficiente a los 4 países de la costa y al borde de la muerte a 40 millones de personas, por ello es más grave que el propio coronavirus.
Esta situación también demuestra que el cambio climático (lluvias intensas y luego sequías) tiene efectos destructivos de mayor alcance sobre los países más pobres; más que el dinero de corto plazo para el combate a la plaga, debemos exigir a la comunidad internacional poner fin al saqueo en África y que el imperialismo norteamericano se retire inmediatamente de la región.
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos