Para el presidente Andrés Manuel el proceso legal sobre la ejecución de nueve integrantes de las familias LeBarón y Langford --seis niños y tres adultas el pasado 4 de noviembre en Bavispe, Sonora--, debe concluir en el castigo de los responsables para que no haya impunidad y “sea un ejemplo de que el que comete un delito es castigado”.
El compromiso hecho el domingo 12 durante la visita privada a las familias Langford, LeBarón, Miller y Ray –el orden en que las mencionó AMLO en el acto de bienvenida efectuado en la comunidad de La Mora–, tiene como antecedente el primer encuentro de las familias que tienen como tronco a los LeBarón, realizada en Palacio Nacional el 2 de diciembre, justo un día después de que Julián y Adrián LeBarón marcharon del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución con dirigentes de los partidos Acción Nacional y De la Revolución Democrática, figuras de El Yunque y líderes de la sociedad civil que trabajaron con Genaro García Luna, justificaron acciones represivas del gobierno de Felipe Calderón y su “guerra contra el narcotráfico”, la que no incluyó al Cartel de Sinaloa.
Entonces fue notable la forma en que Julián y Adrián pintaron su raya con la beligerancia anti-AMLO de los manifestantes y el franco anticomunismo de yunquistas y panistas, para colocar en el centro la suma de esfuerzos entre la sociedad y el gobierno con el propósito de pacificar el país.
Habilidad política que reeditan los dos LeBarón al convocar junto a Javier Sicilia a una marcha de Cuernavaca a la Ciudad de México, aunque los dos se presentan como “simples campesinos”, con el objeto de hacer un “llamado a la sociedad” para atacar la inseguridad pública y coordinarse con las autoridades.
Quizás por ambos sucesos políticos, además de que casi nadie es profeta en su tierra, Margaret Langford pronunció las palabras de bienvenida a López Obrador acompañado del gabinete de seguridad, en las que dijo: “Mucho orgullo y mucho respeto que esté en nuestra presencia. Gracias por estar aquí en tiempos tan dolorosos para nuestras familias. Corazones quebrados, derrotados y por culpa de la delincuencia. Yo personalmente no entiendo cómo puede seguir muriendo tanta gente en un país tan lindo... Yo amo este país y me duele hasta el alma de pensar no poder vivir aquí. Esta masacre nos ha dejado perdidos y destrozados, y le pido a Dios que no sea lo que define el destino de nuestra comunidad”.
Durante el acto eran inocultables las mantas que denunciaban al “campesino Julián” de perforar y explotar pozos de agua para sus tierras, afectando al resto de los ejidatarios en torno a Nuevo Casas Grandes.
Los familiares agraviados por la delincuencia organizada, solicitaron al presidente un monumento a los nueve masacrados a lo que no sólo accedió, sino que aprovechó para sugerir hacer un reconocimiento especial a todos aquellos que al momento de la tragedia decidieron acudir al rescate de las víctimas, como fue el caso del doctor de Bavispe, entre otros, “para que exaltemos eso, la verdadera solidaridad, al que está dispuesto a dar la vida por el otro, al que lleva a la práctica el amor al prójimo”.
El presidente se comprometió a volver a Bavispe en seis meses para definir junto con la comunidad un plan de desarrollo para la región de la sierra alta de Sonora y así combatir las causas que dan origen a la violencia. En tanto que Estefanía Hernández denunció ante AMLO que la detención de su papá y tío (Manuel y Mario Hernández) con motivo del caso, es injusta porque “tenemos muchas cosas y pruebas, pero de qué me sirven si nadie me las recibe”. ¿Hernández no es lo mismo que LeBarón?