No transcurrió ni siquiera un mes de la detención del súper policía del sexenio de Felipe Calderón (2006-12), el 9 de diciembre en Dallas, Texas, por los cuatro cargos que le imputan de conspiración de narcotráfico de cocaína y declaraciones falsas a las autoridades estadunidenses, cuando ya reculó en toda la línea sobre su estrategia de declarase inocente que pregonó en los medios su abogado Juan Pablo Morillo quien juraba que el amigo consentido del fraudulento expresidente “no tiene ninguna intención de declararse culpable, sino que tiene toda la intención de defenderse. Y tampoco tiene la intención de llegar a ningún tipo acuerdo con el gobierno de Estados Unidos o de México”.
Dicen bien nuestros mayores, cae más pronto un hablador que un cojo. Y el exsecretario de Seguridad Pública ya negocia con fiscales federales en Brooklyn, Nueva York, para llegar a un acuerdo y evitar un juicio por cargos de facilitar operaciones de narcotráfico para el Cártel de Sinaloa que comandaba Joaquín Guzmán Loera, pero Maribel Hernández asegura en el libro El traidor que desde hace medio siglo lo dirige Mario Zambada García, un súper capo protegido tanto por autoridades de México como de EU hasta el punto de hacerlo aparecer como par e incluso subordinado a su compadre el Chapo. Las relaciones corruptas y la colusión con capos de los consorcios criminales son frecuentes en las agencias y autoridades de Estados Unidos y de México, pero la gran demanda de narcóticos ilícitos, el negocio de la venta de armas y la gigantesca lavadora de “dinero sucio” se encuentra al sur del Bravo.
Nada más por ello es impensable la pacificación sustancial de nuestro país mientras Washington y sus múltiples agencias de seguridad, en primerísimo lugar el Pentágono en contubernio con el complejo militar-industrial, no hagan frente al enorme consumo de drogas ilícitas, la gigantesca lavadora financiera y la venta de armas a las bandas aztecas.
Si el director y dueño de García Luna Productions –con el valioso auxilio de Carlos Loret de Mola y muchos periodistas y dirigentes de “ONG” como Isabel Miranda (Wallace), María Elena Morera y Alejandro Martí–, está dispuesto a declararse culpable para eludir una condena que podría implicar la cadena perpetua y, por el contrario, obtener la libertad a la vuelta de un lustro o una década, ello significa que son ciertas algunas de las acusaciones en su contra, que los fiscales tienen evidencias sobre el héroe de la farsa de la “guerra contra el narco” de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús. O “guerra auténtica”, si usted quiere, pero sólo contra algunas bandas para dejar a buen resguardo la de Sinaloa a cambio de decenas de millones de dólares, de los que juran y perjuran no estar enterados Vicente Fox y Felipe Calderón, los artífices de la docena trágica. Pero éste sueña con volver oculto en las faldas de su esposa Margarita Zavala.
La negociación neoyorquina en curso puso a temblar, a padecer insomnio a políticos del primer círculo del Partido Acción Nacional, sus aliados y compañeros de viaje (¿tontos útiles?) que formaron parte del tinglado del que ahora no quieren acordarse, tan ocupados como están en colocar obstáculos y emprender campañas disfrazadas de análisis periodísticos y otras francamente con noticias falsas frente y en contra del rumbo que encabeza el presidente Andrés Manuel que ya recorre el mes 14 del gobierno de la Cuarta Transformación, y cerró el año según El Financiero, un diario fuera de toda sospecha de ser obradorista, con 72 por ciento de respaldo ciudadano.