El boxeador mexicano Julio César Chávez Jr. ha arrastrado el prestigio del apellido que su padre puso en alto en el mundo del boxeo, convirtiéndose en uno de los pugilistas más perdedores y que peor será recordado por la afición mexicana.
En la mente de los amantes del boxeo mexicano quedará esa Imagen guardada donde Chávez Jr. literalmente avienta la toalla en su combate ante el estadounidense Daniel Jacobs, pues luego de recibir una paliza decidió retirarse en el quinto asalto.
La imagen de su padre, la leyenda Julio César Chávez, dice más que mil palabras. La vida le dice a gritos que su hijo está más interesado en las fiestas y los excesos que en hacerse de un nombre propio en el mundo del boxeo.
Lo sucedido el viernes con Chávez Jr. es el resumen de su terrible carrera como boxeador, donde se le quiso poner a la altura de Saúl Álvarez, quien pese a todas las polémicas ha demostrado ser infinitamente superior a este no tan joven boxeador.
Lamentablemente para la dinastía Chávez, el hijo mayor de la leyenda escribió la que debe ser la última página de su vergonzosa carrera, pues sería inaudito e indigno que piense seguir adelante con un deporte que a todas luces no se hizo para él.
Basta recordar que las raquíticas victorias que obtuvo Chávez Jr. al arranque de su carrera, hicieron que este muchacho perdiera el suelo y se lanzara al mundo de los excesos, pensando que merecía todo y sintiéndose leyenda mucho antes de tiempo.
Entre escándalos de alcoholismo e incluso consumo de drogas, la corta y lamentable carrera de Chávez Jr. tuvo un final acorde a lo que ha presentado en el ring: indigno y sobre todo vergonzoso.
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