José Alberto Mujica Cordano, mejor conocido entre los suyos y en la aldea como Pepe Mujica, aconsejó a los senadores de los partidos Morena, Encuentro Social, Del Trabajo, Verde y una del Revolucionario Institucional que “el mejor dirigente no es el que hace más, el mejor dirigente es el que deja gente que lo supera con ventaja”.
El expresidente de Uruguay de 2010 a 2015, pero sobre todo un formidable viejo (por sabio), a la vez que sencillo hasta el extremo en su persona y habla, pero profundo en sus reflexiones, abordó el relevo generacional de los liderazgos en el siguiente contexto:
“México enfrenta grandes desafíos y obstáculos y los partidos están hackeados. La representación en el mundo contemporáneo está cuestionada y los partidos en Europa desaparecen. Están cayendo los partidos en todas partes, en Francia prácticamente han desaparecido y también en Italia.
“Parece que vivimos en un mundo de grandes personalidades que van a cambiar la historia humana, pero las grandes personalidades se pelan, se mueren también… En el mejor de los casos hay que construirse de colectivo, porque a la muerte se le contesta con la vida. Y el mejor dirigente no es el que hace más, el mejor dirigente es el que deja gente que lo supera con ventaja”.
En varias ocasiones subrayamos este serio problema a lo largo de los 15 años que cumplió Utopía en septiembre, y que coinciden con el ciclo de la transición entre dos grandes liderazgos, históricos les llaman, de las izquierdas mexicanas, de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a Andrés Manuel López Obrador. Y que llegó al extremo de que el ingeniero le regateara sus pocos o muchos votos en la elección presidencial de 2006, con argumentos que nunca esgrimió en público y que se refieren a que sus colaboradores en el gobierno capitalino fueron señalados como corruptos sin que Cárdenas fuera consultado por AMLO. La sustituta de Cárdenas en la Jefatura de Gobierno, designada por él, resultó un ícono de la corrupción política sin que la opinión pública reciba aún la menor explicación.
Hasta hoy el ingeniero persiste en su afán no de criticar al gobierno de la Cuarta Transformación, lo cual es indispensable, sino de diferenciarse y abrogarse el papel de otorgar certificados sobre quién es cardenista, de izquierda y quién no lo es. Los medios, como es natural, trabajan para amarrar navajas en busca de la “nota”. Y el aludido, AMLO, ya pasó de la fórmula de “no me voy a pelar con la historia” a “lo respeto mucho”.
Tan sencillo y satisfactorio que es que uno u otra compañera de batallas políticas y sociales superen al maestro y éste asuma un papel de líder moral o mejor aún de viejo sabio que transmite pensamientos y experiencias, como lo hicieron con toda normalidad dos personas ilustres desde el 23 de noviembre por decreto presidencial, Arnoldo Martínez Verdugo y Valentín Campa Salazar, compañeros también de Cárdenas. Incluso Arnoldo resistió la presión del ingeniero y de Porfirio Muñoz Ledo para que formara parte del Comité Ejecutivo Nacional del PRD.
Ambos, Arnoldo y Valentín, lo entendieron perfectamente bien y dedicaron los mejores años de sus vidas a “construirse de colectivo porque a la muerte se le contesta con la vida”, como apuntó el expresidente de Uruguay durante su fructífera –en ideas y pensamientos– visita a México, y que dejó registrada en una entrevista que hizo Jenaro Villamil para el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano: https://www.youtube.com/watch?v=79ibWCPwl6s