El lunes pasado, el Observatorio Internacional de Salarios Dignos de la Universidad La Salle publicó su estudio para determinar el aumento al salario mínimo de 2020. En dicho informe, se establece que, si bien el aumento salarial de 2019 logró una recuperación histórica del poder adquisitivo, aún hay una brecha muy grande para igualar los niveles previos al neoliberalismo. Para que el Salario Mínimo recupere el poder adquisitivo de 1976, el salario debería aumentar 281%.
La gráfica siguiente muestra el comparativo del índice de los salarios mínimos y el Producto Interno Bruto per cápita, y se muestra que hasta antes de 1979 el salario crecía más que el PIB; sin embargo, para 1980 (antes de la crisis económica) los salarios cayeron estrepitosamente, desde entonces no se han podido recuperar y la diferencia entre el PIB y los salarios se sigue ampliando. Si los salarios hubieran crecido a la par, hoy el salario mínimo debería ser de 462 pesos diarios, casi 4 veces el salario actual.
Elaboración propia con datos de CONASAMI e INEGI
Alcanzar esta cifra de un año a otro podría tener consecuencias graves sobre el desempleo y la inflación, y aunque hay consenso entre los sectores obreros y patronales de que un aumento salarial considerable es necesario, no coinciden en el tiempo que debe pasar para llegar a esa cantidad. Para el sector obrero, el aumento debería ser del 30%; mientras que el patronal propuso 17%. Los sectores financieros entre ellos algunos bancos han propuesto que no se repitan los aumentos altos y que sea tan sólo del 5%, ya que aumentos superiores desestabilizarían las variables macroeconómicas.
Por su parte, el Observatorio de La Salle demostró que puede haber un aumento de hasta 25% nominal sin que se afecte la inflación. Es importante considerar que sólo el 19% de la Población Económicamente Activa gana un salario mínimo, pero si tomamos los datos del IMSS, menos del 1% de los trabajadores está registrado con un salario mínimo, de tanto el aumento no afectaría a la economía en su conjunto y sí aliviaría la situación de los más pobres de nuestro país.
La actividad económica se desindexó del Salario Mínimo desde 2016, así que el aumento que venga no repercutirá ni en tarifas ni en pagos de derechos ni de ninguna otra índole. Es importante también señalar que los salarios contractuales se ven beneficiados de los aumentos al salario mínimo, aunque no en la misma magnitud, por ejemplo, este año los salarios contractuales crecieron 2% real; se espera que con un aumento del 25% al salario mínimo, los salarios contractuales al menos mejoren 4% real o hasta 7% nominal.
Cabe aclarar también que aún alcanzando la cifra salarial de 1976 o la que nivele el crecimiento del PIB de los últimos 30 años, no se llega a un Salario Digno, ya que ese monto debería ser mayor a 14 mil pesos mensuales para poder comprar tanto una canasta alimentaria como una canasta no alimentaria.
Un aumento salarial tendría grandes beneficios. Este año la tendencia de la pobreza laboral (personas que aún trabajando no alcanzan una línea de bienestar mínimo) disminuyó casi un punto porcentual. También ha impulsado al mercado interno, este año las ventas del Buen Fin aumentaron 7% con respecto al año anterior.
Por el contrario, frenar los aumentos salariales para recuperar el poder adquisitivo sería perjudicial para la economía y para los más pobres. Recuperar los salarios es la muestra más visible de que el neoliberalismo ha terminado y de que la clase obrera tiene una luz de esperanza, por lo que desde este espacio nos unimos a la petición que se le ha hecho a la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos para que, por conducto de su presidente, el Dr. Andrés Peñaloza, se promueva un aumento extraordinario para el próximo año.
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos